Siete días de política

Las presidenciales van hacia un escenario de polarización

Massa sigue en caída libre y ahora lo imita de Narváez. Macri ratifica la idea la fórmula "pura" y Scioli se pega cada vez más al kirchnerismo. La única incógnita es el rol futuro de CFK

Los que se quejaban porque "los medios" habían circunscripto la presidenciales de octubre a sólo tres candidatos tienen ahora más motivos de queja. Parece que quedarán sólo dos.

El proceso electoral quemó etapas rápidamente: se anticipó la polarización y ya se juega la primera vuelta aunque todavía no se hicieron las PASO. La disputa la dirigencia política que elige bandos y descarta alternativas con el olfato que no tienen los votantes de a pie.

A esta altura el corazón del negocio de los políticos no es ideológico, ni muchos menos militante. Su principal activo consiste en anticipar los humores del "mercado" electoral y tomar a tiempo la posición más ventajosa.

La primera víctima de esta preselección es Sergio Massa que sufre una sangría imparable. Todo lleva a suponer que no podrá recuperarse de la fuga de dirigentes, un proceso que el año pasado lo había beneficiado a expensas del kirchnerismo. Los mismos que se pasaron a sus filas vuelven al oficialismo sin inmutarse y aquí no ha pasado nada. La "renovación" peronista duró menos que nunca y ya se dio por concluida.

A no afligirse, habrá otras, sólo es cuestión de paciencia y demás gobiernos peronistas que necesiten nuevas oposiciones peronistas.

Para peor el candidato a gobernador y sostén financiero de Massa, Francisco de Narváez, cometió un error que en cualquier país normal le hubiese costado la carrera política: molió a golpes a un periodista. En medio de la debacle civilizatoria nativa el daño podría resultar menor, pero de cualquier manera le impedirá competir con probabilidades de llegar a La Plata y quedó a un paso del desafuero por inconducta. Como candidato prácticamente se eliminó solo.

Pero la mayor adversidad de Massa es que también se ha reducido el margen de su estrategia, la del "cambio justo", es decir, del cambio con continuidad.

Mauricio Macri ocupó naturalmente el lugar de lo nuevo -de la renovación real- mientras Daniel Scioli terminó por identificarse con el cristinismo más ortodoxo. El votante promedio percibe en blanco y negro. Votará por seguir con el kirchnerismo o desecharlo; parece difícil que elija el cocktail de kirchneristas reciclados ofrecido por Massa.

Esto ha sido entendido por Cristina Fernández que ha hecho que sus posibles herederos -Scioli y Florencio Randazzo- la reivindiquen. Quiere poner su gestión a votación en octubre. Se quedará, además, con todas las candidaturas a legisladores nacionales lo que deja planteada una incógnita: cuál es su estrategia para después del 10 de diciembre.

En ese punto los análisis no coinciden y todos esperan que elija el cargo al que aspira para hacer un diagnóstico definitivo. Hay por lo menos dos teorías: si elige ser legisladora del Mercosur, habrá dado su primer paso en el camino del retiro de la política. Pero, si opta por una candidatura a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, en especial los peronistas temen que aspire a la presidencia de la Cámara y presione al futuro gobierno través de los bloques de diputados y senadores que continuen siéndole leales.

Todo eso es por supuesto un ejercicio teórico, pero no demasiado alejado de la realidad. En especial si el próximo presidente no acierta con las primeras medidas y comienza a perder el apoyo del electorado.
La actual presidenta deja un herencia doblemente compleja. Manejó el poder de manera personalista, arrasando con las instituciones y el sistema político. El Congreso y los partidos fueron literalmente borrados del mapa del poder. Al mismo tiempo manejó la economía con un criterio populista hasta agotarla. La desastrosa situación fiscal, el retraso cambiario, la inflación, el estancamiento de la actividad y el aislamiento financiero reclaman un ajuste impostergable de las variables macro.

Pero ¿cómo hacer el ajuste para que la economía vuelva a crecer con un poder político recortado y un grupo de legisladores "k" que limitarán el margen de maniobra del futuro presidente?

A esta debilidad con la que nacerá el próximo gobierno hay que añadirle el hecho de que no existe el populismo sin recursos: hay un sólo precedente, el de "Isabel" Perón y terminó en un desastre. Vacío de poder y economía comprometida es el escenario en que deberá desenvolverse el sucesor de CFK.