Fidel, un maestro del cinismo

En "La vida oculta de Fidel Castro", el teniente coronel Juan Reinaldo Sánchez, quien fue su custodio durante 17 años, relata los lujos del ex gobernante, sus negocios y obsesiones. También revela el lugar donde el régimen formó y entrenó a guerrilleros de toda la región.

La distancia que separa el mito de la Revolución cubana de la cruda realidad es ya de sobra conocida. Hay hasta una literatura de la disidencia que se ocupa de eso. Pero las revelaciones de ex funcionarios castristas no son tan abundantes. Esa carencia encuentra un testimonio privilegiado en quien fuera guardaespaldas de Fidel Castro durante 17 años y, por lo tanto, su sombra por igual período.

Juan Reinaldo Sánchez (La Habana, 1949), integrante del primer anillo de seguridad del líder cubano entre 1977 y 1994 y quien le llevaba la agenda, expone la intimidad del dictador en La vida oculta de Fidel Castro, un libro escrito junto con el periodista francés Axel Gyldén que el sello Ariel acaba de editar en Argentina.

El "cuidado patológico" con que Fidel mantiene en secreto su intimidad esconde, según Sánchez, a un hombre egocéntrico, manipulador, un maestro del cinismo, calculador, cruel y brutal, capaz de humillar y matar por poder.

El retrato que compone el ex guardaespaldas, sin embargo, se va delineando de a poco. Porque hay una fascinación inicial en él que refleja la mirada de una persona simple, un hombre que abrazó la carrera militar para escapar de un rudo destino de albañil y de cortador de caña, y para quien su máximo honor fue ser promovido al aparato de seguridad del líder.

La suya es, entonces, una historia de desengaño. Un desengaño que empieza durante un viaje a Moscú en 1982, cuando observa perplejo la pobreza en el corazón del modelo soviético, y se completa al asistir en 1989 a la injusta ejecución de Arnaldo Ochoa, héroe de la revolución.

CONFORT CAPITALISTA

En esa doble vida del Comandante que denuncia Sánchez resalta, sobre todo, su comodidad. "Fidel nunca renunció al confort capitalista", asegura, ni vivió jamás en la austeridad que pregona.

Su isla privada y secreta, con arena fina y mar turquesa, donde posee una casa de veraneo con restaurante flotante, piscina, jacuzzi y hasta un delfinario, es apenas uno de los impactantes excesos que describe el militar, quien enumera una veintena de propiedades esparcidas por toda Cuba, una marina privada y excursiones de cacería submarina o en los pantanos de la región occidental, propias de monarcas como Luis XIV.

Una dolce vita, como la llama Sánchez, alimentada por fondos reservados y por una administración del Estado donde es "amo y señor, a la manera de un terrateniente del siglo XIX". Es lo que permite a su familia sentarse a comer en su casa como en un restaurante, a la carta, y atendidos por un mayordomo con librea, mientras el resto de los cubanos administra los escasos alimentos que permite la famosa cartilla de racionamiento.

La cara oculta de Fidel Castro no se ocupa solo de la fortuna del ex gobernante, sino que a lo largo de 16 capítulos también habla de sus amantes y de su numerosa progenie con varias mujeres, de su "maestría de guerra" en Angola, de su manía por grabar a sus interlocutores, sus negocios ilegales, con tráfico de drogas incluido y otras anécdotas, como que dormía con un fusil kalashnikov siempre a mano.

Pero "uno de los secretos mejor guardados" del régimen que expone, y que nos toca más de cerca, es el campo de entrenamiento de Punto Cero de Guanabo, "donde el régimen formó, entrenó y aconsejó" a guerrilleros de toda la región en el marco de su proyecto continental.

Un centro cuya existencia se conocía en forma vaga, y que sitúa en un terreno militar a 25 kilómetros al este de La Habana. Equipado con un campo de obstáculos, tres polígonos de tiro y dos armazones de avión para simular secuestros de aviones de línea, en ese lugar se impartían entrenamientos de nueve meses, según el ex guardaespaldas. Una instrucción que se complementaba con cursos de supervivencia en los PETI (Puntos de Entrenamiento para Tropas Irregulares) de la provincia de Pinar del Río.

El autor se detiene a explicar hasta qué punto se involucró Castro en la revolución sandinista de Nicaragua, pero no brinda nombres de los numerosos argentinos que pasaron por ese centro. Apenas dice que el Ejército Guerrillero del Pueblo de Jorge Ricardo Masetti estaba apadrinado por Cuba y que los que en 1980 asesinaron a Anastasio Somoza en Asunción se entrenaron allí.

Sánchez cayó en desgracia en 1994 después de que su hermano emigrara. Fue arrestado, torturado, y liberado después de dos años, tras lo cual emigró en 2008 a Estados Unidos. Fue durante su encierro cuando se propuso dar a conocer la verdadera naturaleza de Fidel como nunca se había contado, desde el interior.