Lo que vendrá

La lucha, ¿es un ancla?

Con el horizonte electoral latiendo entre la lejanía temporal y la inexorabilidad, los escarceos veraniegos de la marcha respectiva comienzan a proponer algunas bases de sustentación de los avatares imaginados por los actores directos del hecho. Lo hacen con el auxilio de especialistas de variado signo entre los que -tal vez a modo de oximoron- cabría ubicar a la intelectualidad, hoy acotada a no más de 140 caracteres. 

Y si bien hasta la emblemática Carta Abierta habla ahora de vasos semi-llenos o semi-vacíos, sin dejar de confrontar con otros espacios de pensamiento que enfatizan sus respectivos análisis con miradas poco complacientes con el ciclo aún vigente, conviene pasar revista a las causas profundas que podrían determinar el desenlace de las urnas en el actual contexto de una crisis local combinada con la marcha universal. Veamos.

El tsunami K, para bien y para mal, desde la intención subjetiva de sus promotores aún permanece en el escenario por más que el frentevictorismo exhiba magullones, asignaturas pendientes y acosos judiciales derivados de sus prácticas avasalladoras. Es más: se siente en aptitud de plantear, también sin "tibieza", enseñanzas urbi et orbi. ¿Lo contrario del realismo o fe ilimitada en el relato y sus activos? 

Antes de abordar de modo pormenorizado el caso argentino de hoy, puede resultar útil acudir a un trabajo elaborado por dos académicos españoles -Benito Arruñada y Víctor Lapuente- que se proponen desmenuzar el papel actual de los intelectuales en las diversas explosiones contestatarias de todo el orbe, cotejando el fenómeno Podemos y sus adherentes latinoamericanos, chavistas o K, con el espíritu reformador español de principios del siglo XX, con Ortega y Gasset como adalid. 

Para los opinantes, el autor de "La rebelión de las masas" utilizó "palabras candentes" para estigmatizar al antiguo sistema político bipartidista, por "clientelar y corrupto", con lo cual -añaden- aportó una visión dañina en tanto la proponía como lucha y no como conciliación desdeñando el orden público y el Estado de derecho. Pero, sirve igualmente preguntar: ¿por qué la lucha debe ser a muerte?

Las menciones, tal vez ligeras, acerca de las interpretaciones que cabría aplicar al proceso vigente hoy en nuestro país, ameritan efectuar un repaso desapasionado acerca del mapa precomicial que se ofrece en nuestro suelo. Y así como en algún medio adscripto al oficialismo nacional se habló hace poco de presuntas sobreactuaciones anti K de la "opo", el regresado Abal Medina insistió con descalificar a quienes, como Scioli u otros, no asumirían a CFK como única o suprema dueña del presente y el futuro del peronismo. ¿Intransigencia y desmesura como opciones férreas a modo de "anclas", o existen otros senderos? 

La primera y obligatoria búsqueda para clarificar el asunto pasa por determinar qué es lo esencial e incanjeable del proyecto iniciado en el año 2003: mientras algunos , como Zaffaroni, piden mesura sobre la represión al narco, el intelectual sciolista Gustavo Marangoni afirma que su jefe es "el articulador adecuado entre lo realizado y el porvenir", ponderando los nuevos derechos, aunque sin desconocer la búsqueda reforzada de otros horizontes en materia de diálogo, seguridad, inflación e inversiones apuntando a mejorar el empleo en un marco de estabilidad duradera. ¿Discurso "tenue" o mesura facilitadora de la continuidad con cambio?

Digamos, por último, que no necesariamente se lucha dentro de intolerancias mutuas para procurar el afianzamiento de las absolutamente necesarias instituciones democráticas; también pueden ponerse elevadas energías transformadoras al servicio de cauces de encuentro solidario anhelado por millones de argentinos. Gane quien gane el combo de las PASO y las generales de este año se verá obligado -creemos- a reconocer que el otro (los otros) existen dentro y fuera de los poderes del Estado, Justicia y Parlamento incluidos. Se puede, a pesar del "estilo Podemos".