"Este año fue recesivo y el próximo también lo será"

Mario Brodersohn traza el mapa económico del 2015. La caída del precio de las commodities y la suba de las tasas de interés diseñarán un nuevo escenario global. Continuarán las restricciones cambiarias. El Gobierno postergará para 2016, con otra administración, los grandes temas

A las puertas del 2015, Mario Brodersohn -ex secretario de Hacienda durante el Gobierno de Raúl Alfonsín- no es optimista en torno a cómo se desenvolverá el año próximo. Esgrime un puñado de certezas tales como que continuarán las restricciones a las importaciones, la recesión y la inflación de dos dígitos. Y también que los bajos precios de las commodities son una realidad que llegó para quedarse. Eso, dice, puede retrotraer a los países emergentes, Argentina incluida, a los viejos tiempos de escasez de dólares y desequilibrios externos permanentes.

-¿Qué perspectivas observa para el año próximo?

-Veo que tendremos un año difícil, de transición entre un viejo gobierno y un nuevo gobierno. Hoy, en el terreno económico, se está discutiendo si habrá un cambio o no de paradigma en el mundo. Todo como consecuencia de dos o tres factores nuevos.

-¿Cuáles son?

-El primero de ellos es la caída del precio del petróleo en un 40%, lo que ha afectado la estructura de muchos países del mundo. El segundo factor a tener en cuenta es la devaluación de las monedas más importantes como ocurrió con el euro y la divisa China en relación a otros países. El tercer punto es la caída del precio de la tonelada de soja, una commoditie muy importante para las arcas de la Argentina.

Todo eso está replanteando y obligando a que los líderes mundiales se pregunten si la década de las vacas gordas ya terminó para los países emergentes, y si no viene la época de las vacas flacas. Es decir un período como en los "80, cuando el precio de las commodities no eran tan buenos ni satisfactorios como en la primera década del siglo XXI.

-En esos años los precios estaban por el piso. ¿Puede ocurrir que los valores no tengan nivel record, pero se ubiquen mayormente en un término medio?

-Ahora con la soja pasamos de los más de 500 dólares la tonelada a 370, y se espera que el precio sea menor. Lo mismo ocurre con el petróleo, que bajó de 100 a 60. Lo que se está discutiendo es sí precisamente hay un cambio de paradigma. Ocurre que pasamos de una década tan favorable para los países emergentes, con grandes superávits externos, grandes superávits fiscales, crecían al 7% o al 8% anula, mientras Europa, Estados Unidos y Japón apenas si crecían. Habrá que ver si ese cambio de paradigma implica revertir el escenario y volver a un pasado donde los países no tenían las mismas condiciones que lo que hemos visto en el siglo XXI.

BALANCE

-¿Adhiere a la lectura positiva que se da en el caso de la caída del precio del crudo, apuntando a que bajará la factura de las importaciones de combustible en el caso argentino?

-Eso es cierto, pero para nosotros la caída del precio de la soja también significa una pérdida externa de u$s 7.000 millones, y la baja del precio del petróleo nos favorece en alrededor de u$s 3.000 millones. El impacto fiscal es importante porque perdemos recursos de retensiones a las exportaciones por la soja, pero al mismo tiempo nos sale más barato el crudo que importamos. Todo esto genera una discusión en torno a qué modelo se está erigiendo. Se espera con motivo de este cambio internacional que a mediados del 2015 Estados Unidos vuelva a subir la tasa de interés. Si sube nuevamente, habrá menos entrada de capitales en los países emergentes y volveremos entonces a la vieja situación del pasado. Cuando los emergentes no tenían ingresos de capitales, los términos del intercambio eran desafavorables y vivíamos con desequilibrios externos. Sin ser tan pesimista como en las décadas del "60, "70 u "80, sí parece existir hoy en día con este shock de los precios del petróleo un escenario preocupante.

-Las condiciones, definitivamente, son otras.

-Hay que pensar que el euro se devaluó un 20% en relación al dólar, el real brasileño se devaluó en tres meses casi un 20%. Lo mismo está pasando en Chile, Colombia y Perú.

-¿Piensa que la actual crisis rusa puede tener algún impacto en el sistema financiero internacional?

-Volver a la crisis rusa de 1998 lo veo difícil. Lo que no veo es que vayamos a tener ahora las mismas condiciones que en la primera década del siglo. En los primeros ocho años tuvimos un superávit externo increíble, el más alto de toda nuestra historia, de u$s 136.000 millones. Eso es ya un tema del pasado, no se volverá a repetir.

-¿Persistirán los problemas para obtener dólares?

-Esos problemas reaparecerán. Crecer nuevamente al 8% anual porque teníamos un precio excepcional de la soja y porque la cosecha era récord, no tendrá lugar.

FONDOS BUITRE

-¿Un acuerdo con los holdouts puede abrir las puertas del crédito? ¿Le da relevancia a la negociación?

-Resolver el litigio con los holdouts seguro que favorecerá el acceso al sistema financiero internacional. Lo que está en discusión es si el Gobierno tiene la voluntad de arreglar o si lleva adelante simplemente una maniobra dilatoria para ganar tiempo y que el problema lo resuelva la próxima gestión. Yo creo que hoy en día el Gobierno toma decisiones que implican postergar para el próximo gobierno varios de los temas más delicados: el déficit fiscal, ya no tenemos superávit de cuenta corriente y balanza de pagos. Hay temas que están dejando pasar para 2016.

-¿Están en juego muchos estandartes políticos del kirchnerismo?

-Claro, el Gobierno prefiere no tomar decisiones delicadas que le afecten su posibilidad de mejorar su imagen de cara a las elecciones presidenciales. Eso entonces quedará en manos de quien venga.

-¿Continuarán entonces las restricciones a las importanciones y, como consecuencia, la caída de la actividad productiva?

-Efectivamente. No veo que el año que viene vaya a ser expansivo. Este año 2014 fue recesivo y creo que el próximo también lo será. La tasa de inflación el Gobierno está tratando de contenerla congelando el tipo de cambio. Esto es volver a la experiencia de la Convertibilidad y de la tablita cambiaria con el atraso. Es un tema tan delicado que mejor no insistir en esta vieja estrategia del pasado.

-Con el tipo de cambio parece haber marchas y contramarchas. En enero se produjo una fuerte devaluación del peso, pero luego volvió a estancarse.

-En enero hubo una corrida de dólares muy fuerte y se perdieron reservas por u$s 2.800 millones sólo en el mes de enero. Eso los forzó a tomar decisiones muy ortodoxas como subir las tasas de interés y devaluar un 25%. Pero en los últimos tres meses prácticamente no se devaluó y eso hace que, junto con la caída de los precios de la soja y el petróleo, obviamente haya una menor inflación que la que teníamos a principios de año. Esto por la recesión y por ende la caída del consumo. Eso desaceleró la tasa de inflación, que igualmente sigue siendo un serio y delicado problema para el país.

-¿Acuerda con la utilización de instrumentos como el swap cambiario con el Banco Central de China o el préstamo del Banco de Francia para mantener alto el nivel de las reservas?

-Son dosis de aspirina que ayudan a mejorar, eso es el endeudamiento con el Banco de Francia o con su similar de China. A corto plazo les sirve, pero también les permite ir bicicleteando la crisis económica. Es lo que llamo tratar de transferir para el próximo gobierno las decisiones más delicadas, no tomarlas este año y llegar con oxígeno a las elecciones.

-¿El próximo gobierno tendrá margen para instrumentar un plan gradual en temas como inflación, salida del cepo cambiario, recuperación de inversiones y otros?

-El espacio no lo va a tener, pero deberá enfrentar esta nueva realidad. En los últimos tiempos hubo una teoría que decía que basta con que asuma un gobierno serio y responsable para que el mercado financiero internacional venga corriendo hacia la Argentina. Creo que además de ser serio y responsable, hace falta un Gobierno que tome decisiones para bajar la tasa de inflación, reducir el déficit fiscal, corregir las distorsiones en las tarifas, apuntalar las inversiones en petróleo y otras áreas de la actividad económica.