"En economía este año sólo se atendió el corto plazo"

Jorge Vasconcelos, vicepresidente del IERAL, hace el balance de un 2014 muy agitado.El calendario estuvo marcado a fuego por la devaluación de enero y la confirmación del fallo Griesa, que avaló el reclamo de los Fondos Buitres. También hubo alta inflación, cepo cambiario, recesión y caída del empleo.

Arriba a su fin 2014 y llega el momento del inevitable balance. Fue, claramente, un año negativo para la actividad económica, sumida en la recesión producto de la caída de la demanda y de la restricción a las importaciones, que impactó de manera directa al sector productivo. Pero, claro está, hubo mucho más a lo largo de estos doce meses.

Cuando caiga la hoja del calendario se recordará este año, al menos en el plano económico, por dos situaciones cumbre: la devaluación del mes de enero, que fogoneó fuertemente la suba de los precios y no ayudó en nada a estimular las exportaciones ganando competitividad cambiaria; y el mazazo que significó el rechazo de la Corte Suprema de los Estados Unidos a tomar la causa de Argentina y los Fondos Buitres por los bonos en default.

Lo que dejó en pie el fallo del juez Thomas Griesa, que le daba luz verde a los holdouts para cobrar el 100% de sus acreencias, más los intereses. Fue el comienzo de una larga historia que aún no llega a su fin.

"La economía argentina mirada desde el punto de vista de la política económica sufrió varios zig-zag a lo largo de los meses. Arrancó con la devaluación de enero, tratando de corregir las desviaciones", explica Jorge Vasconcelos, vicepresidente del Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), de la Fundación Mediterránea.

-¿Ese fue uno de los picos relevantes del año?

-Claro, pero después terminamos viendo que la devaluación agregó más problemas a los que la economía ya tenía. Por un lado afectó el consumo. La suba de los precios de enero, febrero y marzo impactó sobre el poder adquisitivo de los salarios. Pero, por otro lado, no cobró el efecto de relanzar las exportaciones, que podría haber sido el objetivo. Nos depositó en el peor de los mundos, con bajo consumo y sin impulsar las exportaciones. Esta experiencia marcó un poco la agenda del propio gobierno.

RESTRICCIONES

-También se cumplió el tercer aniversario de las restricciones cambiarias.

-Hubo un interregno a mitad de año, en el cual los objetivos de política económica parecieron concentrarse en un sólo punto, que era evitar que las reservas del Banco Central siguieran cayendo. Eso ocurrió en los últimos meses de Juan Carlos Fábrega al frente del Central. La política consistía en no atender ninguna demanda de divisas porque el objetivo era que las reservas no perforaran el piso de los u$s 28.000 millones. Y esa negativa a atender demandas de dólares en el mercado oficial influyó, tal como se veía en los medios, parecía que los propios funcionarios aconsejaban a los empresarios a recurrir al contado con liquidación para conseguir los dólares que el Banco Central no les suministraba. Eso, obviamente, generó una estampida de la brecha cambiaria. Es decir, donde el objetivo fue evitar que decayeran las reservas, el resultado fue el crecimiento de la brecha cambiaria.

-¿Cómo reaccionó el Gobierno ante este contexto?

-A renglón seguido, el Gobierno volvió a cambiar las prioridades. Dejó de privilegiar el tema de que las reservas no perforaran cierto piso. Se empezó a normalizar, dentro de las restricciones existentes, algún suministro adicional de dólares a la demanda de los privados, con una subida de la tasa de interés, lo cual ayudó a una caída de la brecha.

-¿Se apeló al pragmatismo para resolver situaciones puntuales? No estaba en el manual kirchnerista devaluar y subir las tasas de interés.

-Se fue dando respuesta a problemas que aparecían como los más urgentes. El último movimiento, el de estabilizar la brecha cambiaria y el precio del dólar en el mercado oficial, parece un revival de los momentos previos al 2014, en los cuales el Gobierno buscaba utilizar al dólar como ancla para frenar la inflación. Pero esto se está logrando al costo de una desaceleración adicional del nivel de actividad. El año está terminando con una inflación en torno al 2% mensual, con un tipo de cambio que perdió todo lo que había ganado en enero, con un nivel de actividad que no recupera y con la incertidumbre acerca de si este cuadro de situación va a generar un nuevo cambio de prioridades en la política económica. O si, en cambio, este cuadro de situación no es considerado tan negativo por el Gobierno, dadas las circunstancias, y sigue por el mismo camino.

INFLACION

-¿Fue otro año sin programa para combatir la inflación?

-No es que no existe programa, es un enfoque de prioridades inmediatas. Se atiende el corto plazo. Lamentablemente esto ha generado un problema en torno al empleo. La tasa de desempleo ha subido poco, pero en realidad hay mucha menos gente buscando trabajo. Con lo cual, a la larga eso va a resentir el poder adquisitivo de las familias.

-¿Da resultado el enfoque de corto plazo?

-Este escenario genera algunos interrogantes. El primero es si este nuevo intento de estabilizar la economía en torno al ancla cambiaria esta vez va a dar resultado en términos de inflación. La inflación se ha moderado, los datos de los últimos meses si uno los extrapola da una inflación del 28% anual, ya no la del 40% que se medía hasta hace poco frente a iguales meses del año pasado. De todas maneras es una inflación alta para un tipo de cambio que se está moviendo apenas en el margen.

-¿Cómo juega acá el déficit fiscal?

-Enero es un mes tradicionalmente caliente en inflación por cuestiones estacionales. Pero también porque esta situación de déficit fiscal financiado con emisión monetaria se acentúa en diciembre. Es el mes donde se dan los picos de emisión para financiar al Tesoro. El año pasado se emitieron unos $ 40.000 millones a favor del Tesoro en diciembre, y para este año se estiman $ 60.000 millones para cubrir el agujero fiscal. Entonces, la estacionalidad de enero y esta fuerte disposición de dinero en la plaza por la alta emisión del BCRA para financiar al Tesoro genera para mí un interrogante sobre cuál va a ser el nivel de inflación de los dos primeros meses del año.

-¿Vislumbra una marcada suba de los precios?

-Para que el plan de estabilización en base al ancla cambiaria se pueda mantener, la inflación debería ser bastante baja. Y diría que hoy no existe esa perspectiva. No hago un pronóstico sobre una supuesta suba, sino que llamo la atención y abro un primer interrogante sobre la importancia que van a tener los índices de inflación de enero y febrero para la continuidad del modelo.

-¿Cuáles son los otros puntos a atender?

-El segundo interrogante tiene que ver con la disponibilidad de divisas para tratar de que la economía salga de la frialidad en cuanto a nivel de actividad, que trae desde varios trimestres a esta parte. Ahí entra el capítulo del canje del Boden 2015 y de cuánta adhesión va a tener la suscripción del Bonar 2024. Creo que el tema depende más de estas dos variables que del éxito de la negociación con los Fondos Buitre. Porque, en mi opinión, la negociación no va a comenzar pronto y si arranca, va a ser larga.

-¿Hubo una dosis de ingenuidad en pensar que la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos tomaría el caso o al menos demoraría el asunto hasta que se venciera la cláusula RUFO?

-Claramente no había un Plan B ante la decisión de la Corte de no tomar el caso argentino. A propósito de eso, es de esperar que si el canje no es demasiado masivo en el caso del Boden 2015 y si no hay una alta adhesión al Bonar 2014, también haya un plan B para ese caso. Creo que las políticas oficiales en general deberían incluir un escenario base, pero también un escenario alternativo. Eso, en realidad, no es algo achacable sólo a este Gobierno. En general los gobiernos trabajan con una sola hipótesis y si la suerte los acompaña, bien, y sino hay que replantear las cosas.