Mirador político

Lo que no se agota

No se agotó: el enorme atractivo del populismo para un tercio del electorado que sigue apoyando al gobierno; el cortoplacismo de la dirigencia y de la sociedad; la falta de alternativas reales; la ilusión de vivir eternamente de subsidios, de consumir sin producir, de endeduarse sin límite y de no pagar las deudas.

Ante el mal desempeño de la economía se ha generado una polémica acerca de si el "modelo K" se agotó o no. Se trata en realidad de una discusión superflua, porque el "modelo" no se agotó. Lo que se agotó es la caja, la reserva de dólares, el consumo y la autosucesión, entre otras cosas.

Entre las cosas más importantes que no se agotaron están lo que los economistas llamarían los "fundamentals" del "modelo". No tienen vinculación con la macroeconomía y, en forma muy resumida, son los siguientes: el enorme atractivo del populismo para un tercio del electorado (o más) que sigue apoyando al gobierno; el cortoplacismo de la dirigencia y de la sociedad; la falta de alternativas reales; la ilusión de vivir eternamente de subsidios, de consumir sin producir, de endeduarse sin límite y de no pagar las deudas que se adquieren, aunque los "buitres" están acabando con esta última ficción. De todas maneras parece muy difícil que desaparezca definitivamente, cualquiera sea el resultado final del conflicto con unos acreedores especialmente aguerridos.

Y esto es así porque quedó acabadamente probado que los argentinos no soportan demasiada realidad. Por eso los que intentan ajustar la economía para evitar catástrofes como la de 2001 (producida por una década de 1 a 1 combinado con un gasto público irresponsable, por no hablar de la corrupción) no tienen ninguna chance en las urnas. Los que llaman a la racionalidad, a adecuar lo que se gasta a lo que se produce, a ahorrar y a aumentar la productividad son condenados. Si no que lo diga Ricardo López Murphy. Mientras que los que le echan nafta al fuego hasta llegar a la hiperinflación son considerados líderes democráticos, por ejemplo, Ricardo Alfonsín.

Porque no hay que llamarse Kirchner, ni ser peronista para hacer populismo. Durante los últimos 65 años con gobiernos peronistas, radicales y militares el ciclo se cumplió inexorablemente. Déficit, emisionismo, inflación, atraso cambiario, estrangulamento del sector externo y devaluación, es decir, ajuste para todos y todas, pero sin asumir la responsabilidad directa de lo que se hace. En los 90 el ciclo se estiró por el endeudamiento; a partir de 2002 lo hizo gracias a la soja, pero el "yuyo" también está ahora en problemas.

El apoyo mayoritario a este ciclo de "stop and go" es inocultable. Por eso el antikirchnerismo que culpa a los "tuiteros" K de opinar a sueldo y a los "choripaneros" (los que viven de planes) de concurrir a las convocatorias oficiales a aplaudir o simplemente a hacer número dicen media o tal vez un cuarto de verdad. No hay conspiración, ni plan maquiavélico por parte del oficialismo. Simplemente aplica una receta que le ha dado excelentes resultados al peronismo histórico.

La incapacidad para soportar demasiada realidad es, asimismo, lo que permite la existencia del "relato" sin que se cubran de ridículo sus propaladores. Lo que permite que se adulteren las estadísticas oficiales sin que al grueso de la sociedad le importe y que los funcionarios que falsean los índices de inflación, pobreza, actividad resulten impunes.

Esa incapacidad es lo que explica el fracaso de los últimos tres cuartos de siglo. La decadencia, el empobrecimiento, el colapso de la educación pública, el auge de la ilegalidad. Eso es lo que no se agota, ni parece cercano a hacerlo.