EN LA CONVENCION ANUAL DE LA INDUSTRIA TEXTIL SE FORMULARON ADVERTENCIAS AL GOBIERNO

"No pasan por la Aduana el 35% de las importaciones provenientes de China"

Si hay una industria que ha logrado renacer de las cenizas durante los últimos diez años, esa es la industria textil. Después de un largo invierno con tipo de cambio atrasado, costo financiero en dólares de hasta el 20% anual, apertura irrestricta de la importación, y depresión de la demanda interna (todos los males que se fueron alternando durante el menemato-delarruismo), el sector ha repuntado, al punto que hoy muestra un gran integración de la cadena (desde el copo de algodón hasta la prenda de marca) y da trabajo a unas 450 mil personas. Y observa al porvenir con optimismo, a pesar de la fotografía francamente desagradable del 2014: las ventas vienen cayendo un 15%, pero lo hacen desde un techo muy alto; la producción textil es un 150% superior al pico de la convertibilidad en 1997.

Con el ánimo en alto pero sin callarse nada, se celebró el miércoles pasado en un hotel de Puerto Madero la décima Convención Anual de la Cadena de Valor de la Agro Industria Textil y de la Indumentaria argentina (Pro Textil 2014). El convite atrajo a más de 1.500 participantes, entre otros a la plana mayor de la Unión Industrial Argentina. Hubo conferencias, presentaciones de informes, reconocimientos, denuncias (contra el lobby importador chino, por ejemplo), enunciación de propuestas y pedidos concretos al Gobierno.

El presidente de la Fundación Pro Tejer, Jorge Sorabilla, cerró la jornada con un discurso en el que refutó algunos mitos que se propalan desde ciertos cenáculos ideologizados o bien con intereses creados: no es verdad que el Gobierno haya cerrado a cal y canto la importación textil; no es cierto que la ropa esté cara por culpa de la industria nacional; es mentira que la Argentina no exporta productos textiles o que las fábricas locales no se hayan modernizado durante este siglo.

Al contrario, "la estratégica cadena de valor textil ha invertido más de 3.000 millones de dólares en tecnología productiva de última generación", destacó Sorabilla.

"El sector textil es perfectamente viable y vigoroso cuando existe decisión política", recordó el presidente de Pro Tejer, la entidad organizadora que justamente nació en 2004 y prosperó al calor de lo que desde el oficialismo denominan la década ganara. Con una sagaz tarea de persuasión mediática ha impuesto una idea fuerza que debe perdurar gane quien gane en 2015: la industria textil de calidad es un sector estratégico para la Argentina. Pero ojo: "El atraso cambiario hace vulnerable al sector", destacó Sorabilla.

Y además "es necesario seguir resguardando al sector textil argentino de las importaciones sectoriales provenientes de países donde no se respetan los más mínimos derechos laborales".

COLADOR ADUANERO

El desafío de la industria competitiva, fue otra mesa de debate vibrante de la convención. Se dijeron allí cosas muy duras. Por caso, que "el 35% de las importaciones textiles proveniente de China no pasan por la Aduana".

Es decir, se trata de contrabando puro y duro, que después mágicamente aparece en la calle Avellaneda, entre otros paraísos de informalidad impune. Debe entenderse que los productos textiles clandestinos que proliferan en las aceras y pseudocomercios de nuestras ciudades son asesinos en serie de los empleos en blanco y bien remunerados de la industria nacional (y como si fuera poco tampoco pagan impuestos).

Una Argentina que lucha por integrar a sus 45 millones de habitantes no pueda darse el lujo de renunciar al empleo industrial, una exquisitez de la economía global que ningún país del mundo desdeña.

La denuncia contra el lobby importador que dinamita las barreras pararancelarias la formuló Luciano Galfione, director de la empresa nacional homónima.

"Contra telas de China absolutamente subsidiadas no hay ninguna protección que no sea una administración correcta del comercio, pero cuando es perforada por un amparo, con dudosa trascendencia que no resiste ninguna justificación, a las empresas argentinas las pone en desigualdad", se quejó el hombre de negocios.

Y subrayó otro caso de competencia desleal poco conocido: la distorsión de la promoción industrial en Tierra del Fuego. Se importa una tela, se la lava o suaviza y ya para el fisco es producción local. Un negocio impositivo o financiero, más que productivo. Un simulacro de industria.

A estos temas se refirió también el secretario general de la Asociación Obrera Textil y vicepresidente de la Fundación Pro Tejer, Jorge Lobais. Con un lenguaje directo y gestos ampulosos que arrancaron aplausos a la platea, el sindicalista destacó que de las 43.000 suspensiones que se registraron este último año y medio en todo el país, solo 300 correspondieron al sector textil. Y advirtió a los empresarios: los trabajadores no pueden ser la variable de ajuste.

"Prefiero tener 25.000 afiliados con sueldos de 10.000 pesos que 60.000 cobrando 3.500 pesos por mes". Bien dicho. El modelo de organización económica debe articularse con salarios altos.

Coincidió con este planteo, Diego Coatz, economista desarrollista de la Unión Industrial Argentina, es decir de una entidad patronal. Italia y Alemania son el modelo a imitar, dijo: han demostrado que se pueden exportar productos textiles desde una sociedad con salarios crecientes.

Completaron esta mesa Damián Ragalini y Héctor Borrell, el primero fabricante de medias, el segundo de telas. Ragalini criticó la creciente burocracia estatal pero reconoció que este Gobierno es el único que ha prestado oídos a los industriales y que ha actuado en consecuencia.

Borrell, gerente comercial de Textil Amesud, recordó que "la competencia con el exterior es inmedible, los costos son inalcanzables, inigualables", y cuestionó que dentro del sector textil "los empresarios nos canibalizamos entre nosotros".  "Empecemos a trabajar y a pensar en especializaciones y trabajo a escala", pidió.

Consultados por el moderador José Del Río sobre las claves que hacen competitivo al sector textil (les pidió un tuit de 140 caracteres), Lobais consideró que "pasa por la inversión y la capacitación de los trabajadores", en tanto que Coatz destacó que se trata de una "cadena integrada con muchos sectores con alta tecnología".

Por su parte, Galfione sostuvo que tiene que ver con "el diseño reconocido a nivel mundial", mientras que para Borrell tiene que ver con la "firme decisión del empresariado textil de seguir invirtiendo", y para Ragalini "con la inteligencia, el amor propio, la capacidad de los argentinos".

EL MOMENTO

Coatz destacó que la industria en general ha vivido tres momentos en la post convertibilidad: 1) 2002/2007 recuperación; 2) 2008/2011 expansión; 3) 2012-2014, estancamiento. Para volver a crecer, el poder político necesita rehacer una triada: demanda, rentabilidad y certidumbre. Al lobby devaluador (algunos estaban presentes en la sala), este profesional joven graduado en la UBA le recordó que el tipo de cambio es sólo un factor en juego, y quizás no es el más importante. Lo mejor de todo es tener una aceitada política industrial que permitan los eslabonamientos entre fábrica y servicios. Como hace Estados Unidos. Que si bien terceriza parte de la producción, mantuvo el corazón estratégico de su industria en su propio territorio.

El clima de época ha cambiado, advirtió, en otro momento de la convención, el director de la consultora W, Guillermo Olivetto. En 2012, al calor de la estampida inflacionaria, empezó un período de transición que, como todos, entremezcla lo nuevo con lo viejo. No sabemos bien hacia donde vamos después del boom de consumo de principios de la década, pero el gran tema de 2014 es que marca una novedad con respecto al bienio anterior: hay pérdida fuerte del poder adquisitivo real, porque luego de la megadevaluación de enero se produjo un salto en los precios que no pudo ser compensado por los aumentos de salarios. Es este un año similar al de 2009, de ajuste. La palabra más repetida en la calle es "incertidumbre". Y la frase favorita en casi todos los estamentos sociales, "no alcanza la plata".

El especialista, un divulgador de la filosofía del pensador Zygmunt Bauman, llamó a superar un marco mental que se obstina en trabar el desarrollo: la ciclocrisis. Todos los argentinos estamos convencidos de que el Altísimo nos ha condenado a sufrir en una rueda económica enloquecedora cuyos estaciones son crisis-recuperación-crecimiento-desaliento-recesión-crisis. Y vuelta a empezar. Hay que cambiar ese chip que favorece las culturas cortoplacistas tanto en el pueblo como en los gobernantes, destacó. "Hay que romper con la idea de que cada diez años algo pasa". Amén.