"La recesión se siente muchísimo"

El escenario de default complicó la vida de las provincias, que no pueden acceder al crédito externo. El dilema de pagar sueldos y aguinaldos. Las empresas privadas cortaron la inversión. Devaluar, un mal remedio.

Los fríos números de las estadísticas muestran que la economía argentina ha entrado en recesión, estado que se agrava si, además, tenemos en cuenta que, por una u otra razón, volvimos a incurrir en una experiencia de default. Lo cierto es que por el momento el entuerto legal por la deuda no se resuelve y las variables macroeconómicas tampoco muestran signos de reacomodarse. Es decir, no se ve la luz al final del túnel.

El escenario, que dista de ser ideal a escala nacional, puede describirse como angustiante a nivel provincial, donde las administraciones deben lidiar con la imposibilidad de acceder al crédito externo, lo que las ha llevado a ponerle un freno brusco a las inversiones, a desensillar hasta que aclare. Mientras los gobiernos sacan cuentas para ver cómo pagarán los sueldos de su desmesurada planta de empleados públicos, las empresas privadas archivan los proyectos de expansión productiva. Todos padecen la calma chicha de la estanflación.

"La recesión se siente muchísimo. En los últimos años el poder adquisitivo del salario ha caído muy fuerte", le cuenta a La Prensa el economista Félix Piacentini, director de la consultora Noanomics, ubicada en la ciudad de Salta.

"Igualmente en el norte del país el impacto es muy heterogéneo, bastante diverso. Hice un informe que marca que en materia de consumo en supermercados, en Salta la baja fue del 1,5% este año, mientras que en Tucumán fue del 8%. Hay provincias que están sufriendo mucho y otras un poco menos".

-¿Por qué algunas sufren más que otras? ¿Tiene que ver con la eficiencia en la administración, más recursos disponibles o una mayor asistencia de la Nación?

-No, hay provincias a las que les pegó más el tema de las sequías, sobre todo en el norte y en los últimos dos años. Las provincias norteñas dependen mucho del sector agropecuario y cuando hay alguna cuestión climática adversa, lo sienten mucho. Por otra parte, la asistencia de la Nación está bastante frenada. No es como en otras épocas que había muchas transferencias de ATN. Con el inicio de la desaceleración de la economía, en 2012, ahí se frenaron las transferencias de recursos nacionales a todas las provincias. Fue algo bien democrático. Por eso es que en muchas provincias comenzaron a subir los impuestos y ahora la presión fiscal alcanza al 40%. Pero básicamente, la campaña agrícola de los dos últimos años fue mala.

EXPORTACION

-¿Es cierto que no se puede exportar ni un caramelo, como afirmaron en la Unión Industrial Argentina?

-Es cierto, eso se siente. Además hay economías que tienen un problema adicional, estructural, que es la distancia. Ese es un componente difícil, estás en una región del país donde la competitividad empresaria está seriamente afectada por el costo del flete. Las retenciones a los granos no hacen distinciones por distancia, así que hay un castigo para los que están más lejos. Por otra parte, la producción industrial no tiene ningún incentivo, salvo algún reintegro. Pero hay un atraso histórico en este tema. El atraso en el reintegro del IVA a las exportaciones hoy está en su mínima expresión. Ni siquiera hay una política diferencial que marquen que las zonas más afectadas por el tema de competitividad, que por lo menos allí se acelere el reintegro. Como algo que debería ser inmediato, y que se acelere en estos casos.

-Siempre se apela a tocar el tipo de cambio para mejorar las exportaciones. ¿Es la única solución o habría que hacer también foco en la infraestructura y la logística?

-Hay varias maneras de mejorar el tipo de cambio real, que es la competitividad. Una es devaluando, que es una solución mágica que en definitiva, como está hoy la economía, se va a trasladar a precios casi inmediatamente. La otra es la ganancia de competitividad genuina: abaratando el costo del transporte y la logística. En el caso del norte, reactivando el ferrocarril Belgrano Cargas. Es una política que te hace más competitivo porque baja los costos, sin el arte de magia de la devaluación y sin presión inflacionaria. Otra es reducir la presión impositiva. Si se suma la presión impositiva nacional, provincial y municipal, llega al 40%.

-Difícil que ocurra esto en un contexto de déficit de las cuentas públicas.

-Claro, además las provincias en los últimos años aumentaron 10% la carga impositiva para que le cierren las cuentas.

-¿Entre los empresarios existe un debate en torno a qué precio debería tener el dólar para reactivar las exportaciones?

-Siempre hay sectores que van a pedir un tipo de cambio mayor. Efectivamente el salto devaluatorio como fue el de enero, mejora el precio de los productos. Soluciona un problema de caja. El stock que tiene la empresa, automáticamente vale más. Ahora, en la medida en que esa devaluación se vaya a precios y luego le regrese al empresario con un incremento de salarios y demás gastos, el recorrido es corto. Creo que hoy al empresario le sirve más que le digan que le van a reducir la presión fiscal, que le van a acelerar el proceso de reintegro del IVA a las exportaciones, que van a administrar de manera más eficiente como Estado, que invertirán en infraestructura, todas cosas que en el tiempo tienen una duración mucho mayor. Sino es estar pidiendo una devaluación cada seis meses.

CERO INVERSION

-¿Cayó la inversión del sector privado?

-Sí, por supuesto. Hoy ningún empresario está pensando en invertir, en expandir su capacidad productiva. Hay algunos que siguen porque tienen planes diagramados de antes. Está todo muy frenado.

-¿Son economías que se mueven más a través de las pymes o las multinacionales marcan el ritmo?

-Hay de todo, depende qué sector se tome. El sector formal en blanco, en Salta está bastante repartido entre empresas grandes y pymes. Pero por ejemplo en Tucumán, que es un poco más industrial, hay más presencia de las grandes. En algunas provincias mejoró algo el empleo formal este año, pero porque venían de dos años anteriores muy malos por el tema climático. El tema que también preocupa al sector exportador es que cada vez se agrega menos valor a los productos.

-¿Se registra una primarización de la producción?

-Lo que está pasando es que cada vez hay más exportaciones primarias, el efecto contrario a lo que supuestamente el gobierno nacional impulsa.

-¿Eso es por una cuestión de precios de los productos? Por ejemplo, avanza la sojización por los altos precios internacionales.

-Cada vez se hace más soja porque es el único cultivo que resiste desde la rentabilidad las cargas fiscales y la incertidumbre. Incluso este año en el norte la soja está empezando a no resistir más. Entonces se está volviendo a hacer algo de porotos y chía, que no son commodities. Por ahí tienen un precio espectacular y por ahí caen al piso, es algo mucho más riesgoso. En un campo arrendado suelen estar en un punto de equilibrio. Si no llueve mucho, pierden plata.

-¿Las economías regionales son mayormente exportadoras o atienden al mercado interno?

-Eso está muy diferenciado por sector. Lo que sí puedo decir es que en este contexto las que sufren son las denominadas pymex, las pymes exportadoras, porque tienen cada vez menos participación en el mercado. Las grandes empresas son las que venden al exterior. No hay una pyme que exporte soja, lo hacen los acopiadores. Al ser cada vez más primaria la producción, hace que la actividad se vaya concentrando en las empresas grandes. Para una pyme manufacturera es muy difícil exportar. Tiene que hacer productos muy específicos, con mucha ventaja comparativa.