La vida "paleo", una moda saludable

Es un movimiento global que propone reproducir los hábitos alimentarios y de actividad física del Paleolítico, ya que nuestra programación genética respondería a las características de ese período evolutivo.

En nuestro país se empezó a escuchar hablar de la "dieta paleo" hace tan sólo algún tiempo. Sin embargo, sus antecedentes se remontan a casi 30 años atrás, cuando el “New England Journal of Medicine” publicó, en enero de 1985, el artículo científico “Nutrición del Paleolítico”, de los doctores S. Boyd Eaton y Melvin Konner.

En el artículo los autores sostenían que "la dieta de nuestros remotos ancestros podría ser una referencia estándar para la nutrición humana moderna y un modelo para defenderse de ciertas 'enfermedades de la civilización'".

La denominada nutrición evolutiva o “paleodieta” es una alimentación que reproduce los hábitos alimentarios del Paleolítico (periodo que abarca desde hace dos millones de años hasta hace 10.000) y prioriza los nutrientes presentes en aquella etapa. Se trata de una dieta basada más en frutas, verduras, carne, marisco o pescado y menos de los últimos nutrientes incluidos en la dieta humana durante el Neolítico como cereales, legumbres y lácteos.

“Un análisis del contenido nutricional de los alimentos que comen los recolectores que aún subsisten puede brindar una base racional para estimar qué es lo que los seres humanos están genéticamente programados para comer, digerir y metabolizar”, señalaban los investigadores.

Según detallaban en el trabajo, nuestros ancestros prehumanos homínidos, los australopithecus, aparecieron hace al menos 4 millones de años y esta fase de la historia evolutiva hizo contribuciones definitivas a nuestra composición genética actual, en parte en respuesta a las influencias dietarias de aquellos tiempos.

“La selección natural nos ha provisto de una adaptabilidad nutricional. Sin embargo, los seres humanos hoy enfrentan problemas de salud relacionados con la dieta que previamente eran de menor importancia y para los cuales la adaptación genética previa nos ha preparado mal”, alertaban los científicos.

De acuerdo con el trabajo de Eaton y Konner, las diferencias entre los patrones alimentarios de nuestros ancestros remotos y los patrones que prevalecen actualmente en los países industrializados parecen tener importantes implicancias sobre la salud.

Bajo el nombre de “Hipótesis de discordancia evolutiva”, los investigadores sostienen que el habernos alejado de los patrones nutricionales y de actividad física que tenían nuestros ancestros cazadores-recolectores ha contribuido en gran medida y en formas específicamente definibles a las enfermedades crónicas endémicas de la civilización moderna.

Según los autores, la agricultura alteró de manera marcada los patrones nutricionales humanos: a lo largo de algunos milenios la proporción de carne en la dieta disminuyó drásticamente mientras que los alimentos vegetales empezaron a ocupar tanto como un 90% de la dieta. Este cambio tuvo consecuencias morfológicas prominentes: los primeros Homo Sapiens Sapiens europeos, que disfrutaban de la abundancia de proteína animal hace 30.000 años, eran 15 centímetros más altos que sus descendientes que vivieron luego del desarrollo de la agricultura.

En un trabajo posterior, titulado “La nutrición del Paleolítico, 25 años después” y publicado en diciembre de 2010 en la revista “Nutrition in Clinical Practice”, Eaton y Konner ponen de manifiesto que “la evidencia antropológica continúa indicando que las dietas humanas ancestrales prevalentes durante nuestra evolución se caracterizaban por niveles mucho más bajos -que los actuales- de carbohidratos refinados y de sodio, niveles mucho más altos de fibra y proteína, y niveles comparables de grasa (principalmente no-saturada) y de colesterol. Los niveles de actividad física también eran mucho mayores que los actuales, resultando en un rendimiento energético más alto”.

NUEVA PIRAMIDE

Los alimentos que comemos habitualmente están divididos en cuatro grupos básicos: carne y pescado; frutas y verduras; leche y productos lácteos; y pan y cereales. Dos o más porciones diarias de cada grupo se consideran actualmente como necesarias para llevar una dieta balanceada. Pero, según apuntan Eaton y Konner, los adultos que vivieron antes del desarrollo de la agricultura y la ganadería obtenían todos sus nutrientes de los primeros dos grupos alimenticios. Al parecer, consumían raramente granos, si es que lo hacían, y no consumían alimentos lácteos.

En la sociedad cazadora de nuestros ancestros la carne constituía una gran proporción de la alimentación diaria, asegurando altos niveles de hierro y folatos.

De este modo, en el artículo publicado en 2010, los investigadores indican que si tuvieran que reorganizar la pirámide alimentaria de acuerdo con los lineamientos de los cazadores-recolectores, en la base de la pirámide no estarían los granos sino las frutas y verduras, los cuales podrían escogerse para un adecuado aporte de fibra. En el segundo nivel de la pirámide estarían la carne, el pescado y los productos lácteos bajos en grasas. A continuación, estarían los granos integrales (aunque éstos eran inusuales en la dieta de los cazadores-recolectores), mientras que las grasas, aceites y carbohidratos refinados ocuparían en conjunto el pequeño lugar de la punta de la pirámide, funcionando esencialmente como “condimentos” de la dieta saludable.

“Estas pautas no reproducirían de manera exacta la dieta de los cazadores-recolectores en términos de categorías de alimentos, pero sí se aproximarían en términos de macronutrientes”, aclaran.

ENTRENAMIENTO

Junto con la dieta “paleo” surgió el “paleotraining”, “un método de entrenamiento que busca reproducir los movimientos que el ser humano ha realizado a lo largo del 95% de su evolución”, según explica el fisioterapeuta y especialista en psiconeuroinmunología español, Néstor Sánchez. 

El “entrenamiento paleo” emula los patrones de ejercicio de este periodo utilizando el cuerpo como “autocarga” a través de movimientos como saltar, empujar, levantarse o desplazarse. “Movimientos todos ellos que tienen coherencia para el organismo y cuyo objetivo no es generar músculo sino tenerlo preparado para su uso”, indica el experto.

Entre los principios básicos sobre los que se basa el entrenamiento paleo, Sánchez enumera:

* Funcionalidad e intensidad: estos movimientos tienen un objetivo, se basan en funciones humanas como saltar, empujar, cargar o desplazarse. La variabilidad en las intensidades de estos ejercicios proporciona al organismo distintos estímulos que le preparan para una mejora en su capacidad de resistencia de corta y larga duración.

* Variabilidad: el cambio continuo y las numerosas posibilidades de combinación que impiden que el cuerpo se habitúe y le permiten seguir mejorando. Existen hasta 30 sesiones distintas de entrenamiento que se van planificando y adaptando al ritmo de cada persona.

* Ayuno estratégico: se corre con el estómago vacío ya que en el ser humano el movimiento ha tenido como principal objetivo la búsqueda de alimento, explica Sánchez, que añade que con el paleotraining se puede conseguir regular el sistema energético del organismo. El organismo se ha adaptado a emplear como fuente de energía los azúcares en vez de la grasa almacenada en el cuerpo y esto es un freno para tener un rendimiento adecuado, explica Sánchez.

* Emociones: al generar movimiento el cerebro te recompensa por el ejercicio físico, señala el especialista. Para Sánchez es importante generar una situación de entrenamiento para que el cerebro entienda el objetivo del ejercicio que se va a realizar, que va a redundar en una mayor funcionalidad y salud del organismo.

Para Sánchez los puntos fuertes del Paleotraining son su coherencia con la fisiología humana, el poco tiempo necesario para obtener resultados y un importante marcador de salud que consiste en recuperar la postura corporal erguida y una silueta joven que expresa un físico sano.

"Está muy asumido que nuestro cuerpo se desmerece con la edad", apunta Sánchez, quien señala que si conseguimos un físico sano, de espaldas es indistinguible la edad de una persona.

TERAPEUTICO

El Paleotraining se originó a partir de un programa de ejercicios terapéuticos para pacientes con problemas de columna lumbar, dorsal y cervical además de problemas de la articulación del hombro.

Sánchez señala que aunque existen datos que dicen que la masa muscular en los hombres debería alcanzar el 50% y en las mujeres entre el 30% y 35%, la musculatura no debería ser el fin, ya que en ocasiones el entrenamiento mal entendido puede incluso impedir una movilidad adecuada.

En este sentido, el especialista apunta que el Paleotraining ha sido desarrollado por terapeutas y se adapta a las necesidades propias del cuerpo y es coherente con su fisiología, que necesita estar preparada para la movilización de cargas.