Médicos "quemados", un tema tabú

Se calcula que más del 45% de los profesionales de la medicina padece síndrome de fatiga o cansancio crónicos. La mayoría prefiere no afrontar el problema para no poner en riesgo su carrera ni ser estigmatizado.

Esperé durante más de una hora y media en la guardia del hospital -en este caso era un centro privado- para ser atendida y cuando finalmente me encontré frente al médico (un obstetra) le referí que estaba embarazada, que sentía un fuerte dolor de garganta, intenso dolor de cabeza hacía dos días, congestión nasal, decaimiento y dolor corporal generalizado. Sin hacerme ninguna otra pregunta ni examinarme, el hombre de ambo blanco sólo atinó a cuestionar: "¿Y cómo esperás que te ayudemos desde la obstetricia?"

Me quedé helada. No esperaba esa respuesta pero traté de justificar la ¿insolencia? de pretender consultar a un especialista ante mi situación: "Como le dije, estoy embarazada por primera vez, me siento mal y quiero saber cómo proceder para no automedicarme".

Luego de argumentar que debería haber pedido ver a un médico clínico y -sin mediar examen alguno- me recetó paracetamol cada seis horas. La consulta total duró tres minutos.

"El "burnout", también llamado síndrome de cansancio y fatiga crónica o despersonalización, se caracteriza por una serie de cambios en el individuo, pero el más importante es la inefectividad, la falta de rendimiento en el trabajo. Cuando el síndrome se da entre los profesionales de la salud, se puede observar que el médico no rinde lo mismo, se demora en diagnosticar, trata mal al paciente y se puede volver sarcástico o cínico con sus pacientes", explicó en una entrevista con La Prensa el doctor Fernando Rivera, del departamento "Consultative & Diagnostic Medicine" de la Clínica Mayo, en Estados Unidos.

Durante su visita a Buenos Aires, el experto analizó la problemática del "burnout" entre los médicos y estudiantes de Medicina, describió sus causas y esbozó posibles alternativas para subsanar esta realidad que no sólo hace tambalear al sistema sanitario sino que además pone en riesgo a los pacientes.

Según indicó Rivera, se estima que alrededor de un 45,6% de los médicos a nivel mundial padece síndrome de fatiga y cansancio crónicos. "La sobrecarga laboral, los malos sueldos, los trasnochos, la educación prolongada, las exigencias de certificación, son factores universales detrás de estas estadísticas", apuntó.

"Cuando el médico llega a preguntar "¿Usted por qué vino a mi consultorio?" o "Usted es de Salta, ¿por qué no se quedó en Salta?" o si el paciente dice "Doctor, le traje una radiografía que me hicieron hace poco" y el médico le contesta "No, yo no necesito ver ninguna radiografía. Acá le voy a tomar unas radiografías nuevas"... ese cinismo, ese tipo de reacciones del médico pueden denotar, pueden inferir, que éste ha estado bajo mucho estrés por muchas razones, que le cambian la actitud y -lo más importante- la efectividad en su trabajo", detalló Rivera.

- Por su descripción, el síndrome de fatiga o cansancio crónicos es fácil de detectar para el que está frente al médico. ¿Pero cómo puede advertir el propio profesional que está padeciendo este trastorno?

- Desafortunadamente, corre el tiempo y el médico se da cuenta de que todo se le ha atrasado; se vuelve irritable; no disfruta nada; llega tarde a casa; no termina ni a las cinco ni a las siete de la tarde, termina a las 9 o 10 de la noche; empieza a haber un conflicto personal, profesional y familiar. Se altera el rendimiento sexual, son personas que no rinden, que tienen falta de apetito sexual; y que no disfrutan la vida.

Muchas veces se vuelven personas que empiezan a tener problemas en el trabajo, que no están cumpliendo, no son puntuales con sus obligaciones. Cuando todo eso se acumula -para responder a su pregunta-, creo que es la gota que rebalsó la copa, pero la copa demoró cierto tiempo en llenarse. Por eso el
cansancio, fatiga y despersonalización en el médico generalmente lo descubren otros: la secretaria -que lo nota como raro- o los pacientes.

- ¿Es bueno que las personas que lo detectan se lo planteen al médico o esto generaría una mayor irritabilidad?

- La respuesta es difícil de probar pero a medida que hay una y otra queja por parte de la secretaria, de los colegas o de los pacientes, esto ayuda a que el médico se dé cuenta de que algo pasa.

- ¿Cuáles son las causas habituales de cansancio, fatiga y despersonalización en los médicos?

- Son múltiples y complejas. Pero se pueden observar ya desde el entrenamiento médico: los residentes trabajan horas extras, tienen que ir siete días a la semana, trabajan de noche, no les dan un tiempo de descanso para estar con la familia. Esto ha sido un problema grave.

También está el tema de la remuneración, el incentivo monetario. Suena muy materialista pero es una realidad. Y hay una falta de gratificación. Por lo tanto, confluyen la falta de incentivo, la falta de dinero, los horarios, los calendarios, el trato interpersonal.

MEDICINA DE CAJERO

- Tal como sucede con los pacientes, que muchas veces advierten una deshumanización de la medicina, ¿pasa algo similar entre los médicos? ¿Se espera que éstos respondan como robots?

- Sí. El sistema de salud en la mayoría de los países -y ahí también entra Estados Unidos- hace que la atención médica se convierta en una medicina de cajero, en un consultorio médico de supermercado. Tiene que pagar tanto, son 20 minutos y no puedo pasarme de los 20 minutos porque otro paciente espera y además el paciente paga 20 pesos y yo tengo que ver cinco pacientes más porque tengo que hacer 100 pesos en la consulta. Por lo tanto, se ha deshumanizado, se ha despersonalizado. Eso le incide al médico, que se siente con una gran carga laboral.

Esto no justifica que el médico se comporte como muchas veces lo hace -cuando el paciente le tiene que pedir "Doctor, pero por favor examíneme" o "Doctor, por favor no necesito que me dé más inyecciones o esta tableta, dígame qué puedo tener porque no he mejorado"-, sino que refleja que el médico está bajo mucha carga laboral, que está con estrés y se ha despersonalizado.

- Una vez que se ha llegado a este punto en el que, como dijo, los médicos tienen que atender a un número determinado de pacientes en un tiempo limitado, y el mismo sistema sanitario presenta características desfavorables tanto para los médicos como para sus pacientes, ¿es posible revertir la situación y lograr, por ejemplo, que el médico le dedique una hora a sus pacientes?

- Es una respuesta difícil porque depende del sistema, no depende de una o dos personas. No obstante, creo que en cada institución se puede encontrar una forma de manejar esa carga. Por ejemplo, si el presidente (Barack) Obama a nivel de Estados Unidos dice que habrá que atender a 2 millones de pacientes en el mismo tiempo de atención que antes se atendía a la mitad, mi institución tiene que hacer algo al respecto y el médico tiene que proponer.

Si Obama nos va a mandar 100.000 pacientes y yo estoy hasta ahora viendo 50.000, internamente tenemos que hablar con los colegas, comunicarnos, identificar a los pacientes más sencillos -menos complicados- haciendo que los vea primero la enfermera. La enfermera hace un tamizaje, una clasificación, para que yo finalmente atienda a los pacientes que se justifica.

La forma de reducir esa carga laboral podría basarse más sobre el grupo interno, es decir a partir de una mejor organización de cada institución.

Se puede hacer una reorganización interna y además el médico perfectamente puede decir "Yo no puedo". A mí me pasó hace mucho tiempo que dije "Yo no puedo ver esta cantidad de pacientes. ¿En media hora debo atender a un paciente nuevo? Yo tengo que entrevistar, leer lo que trae el paciente, examinar, dar un diagnóstico, tengo que documentar, dictar o escribir, eso no lo hago en media hora".

- ¿De modo que así como se habla de fomentar la participación activa de los pacientes también se debería impulsar la participación de los médicos?

- Sí, pero no desde una cuestión sindical. Pienso que cuando se dice que la unión hace la fuerza la unión no es afuera, en la calle, no es gritar y tirar piedras. Eso es hacer ruido y que, de pronto, nos escuchen. La unión hace la fuerza más bien dentro de la institución, donde hay que preguntarse ¿qué vamos hacer?, ¿qué estamos haciendo?, ¿cuántos profesionales somos?, ¿cuántos pacientes tenemos que ver?, ¿todos los pacientes son graves o algunos puede verlos la enfermera? Esa actitud tiene que nacer de adentro de las instituciones.

Tiene que haber una fuerza horizontal por la cual los médicos digan "estamos a punto de estar quemados, estamos insatisfechos, estamos arriesgando la salud de nuestros pacientes". Porque el estrés, el cinismo del cansancio, se traducen en errores médicos, en efectos adversos, en demoras de diagnóstico, en demoras en remitir o enviar al especialista adecuado.

LAS MAS AFECTADAS

- ¿Hay un ranking de las especialidades más afectadas por esta problemática?

- Sí. Lo encabezan los cirujanos, seguidos por los especialistas en medicina familiar, medicina interna y los urgenciólogos, seguidos de muy cerca por los intensivistas.

- ¿Considera importante que haya una materia específica en prevención del burnout entre los médicos y otras tantas situaciones con las que se enfrentan los médicos?

- Sí. Tiene que haber -de la misma manera que esos muchachos que entran y tienen que tener un examen físico- un examen emocional, de personalidad, porque allí se descubren muchas patologías. Hay mucha gente que ingresa como médico en las facultades y que mentalmente no está preparada y que este fenómeno del cansancio, de la fatiga, los va a afectar. Ellos mismos son los que luego terminan conformando lo que se llama el "éxodo silencioso", se van de Medicina, pasan los semestres, hacen uno, dos o tres años y de un momento a otro abandonan.

- ¿Hay perfiles de personas que son más susceptibles a padecer burnout?

- De acuerdo al estudio que se hizo en la Universidad de Wisconsin y un estudio que dirigió la Clínica Mayo en 2010 se demostró que los médicos que caen más en cansancio y en fatiga -siendo casados- son aquellos que están casados con una médica o médico. Según esos estudios, el que está casado con alguien que no es médico, tiene menos incidencia.

Además, la mujer es un poco más (5 a 7%) propensa a quemarse que el varón. Y, generalmente, la incidencia de burnout aumenta después de los 45 años.

Otro dato relevante es que más del 60% de los médicos que están quemados no quiere buscar ayuda y una de las razones es porque sienten que pueden perder la licencia médica. Mucha gente no dice que está quemada porque es un estigma, a los médicos nos da vergüenza hablar de fatiga, cansancio o burnout. Es un tema tabú vinculado con esa filosofía de "nosotros los médicos podemos contra todo".

- ¿Qué tipo de tratamientos se recomienda para los que buscan ayuda?

- Como los factores son tan claros -carga laboral, calendario pesado, crisis interpersonales-, se prefiere parar el trabajo. Generalmente se da un certificado de incapacidad. Tienen que buscar ayuda emocional, psicológica, tienen que irse de vacaciones. Es un hecho que tienen que cambiar la rutina y cuando se reintegran, una, dos o tres semanas después, tienen que aprovechar el potencial que quieren. Pensar qué más le gustaría hacer en Medicina además de ver pacientes. Por ejemplo, si a mí me gustara publicar trabajos, entonces el jefe de la sección puede determinar que yo haga cuatro días de pacientes y un día a la semana que lo dedique a escribir un artículo. Así se cambian las rutinas y se le da la posibilidad de que descanse, que duerma bien.
Hay también tratamiento farmacológico. Si hay una depresión o una ansiedad generalizada, tienen que buscar ayuda especializada.

- ¿Los médicos que sufren este síndrome tienen más probabilidades de padecer otras enfermedades?

- Las principales enfermedades asociadas son la hipertensión, el reflujo gastroesofágico, el insomnio, las disfunciones sexuales, el alcoholismo y el abuso de drogas ilícitas. Algunos médicos con burnout empiezan a prescribirse tranquilizantes o narcóticos: el 7,3% de los médicos encuestados en un estudio había tomado opioides o narcóticos para calmar dolores.