Equilibrio de cómplices

Este año ha mostrado con mayor elocuencia que cualquier otro desde 2008 la terrible distorsión monetaria en la que se devuelven los mercados internacionales.

Por Germán Fermo *
 
Cuando un país emergente entra en crisis, sus respectivas ciudadanías son las primeras en notarlo y padecerlo. Parecería que cuando una crisis afecta al G10 las cosas son muy diferentes. Por ejemplo: ¿qué sería hoy de Grecia si no  estuviese Alemania detrás?
 
En este contexto, se ha hecho común el siguiente comentario de mercado: ¿por cuánto tiempo más vamos a seguir con esta interminable estrategia de Bancos Centrales del G10 de emitir dinero y mercados subiendo implacablemente en consecuencia? 
 
Sin dudas, el 2012 es el año que desde el comienzo de la crisis ha mostrado con mayor elocuencia la enorme distorsión monetaria en la que se desenvuelven los mercados financieros internacionales. La semana anterior por ejemplo ha sido una en donde todo el mundo decidió prácticamente no mover precios hasta que se supiese lo que Ben Bernanke pudiera sugerir en su conferencia de Jackson Hole referente a la tan esperada y especulada Tercera Ronda de Flexibilización Cuantitativa (QEIII). Esta conferencia fue especialmente esperada dado que QEII fue sugerido por primera vez en las misma conferencia de Jackson Hole de 2010.
 
LA DUDA MALDITA
 
Independientemente de lo que se pudiese implementar en las próximas semanas, tanto en los Estados Unidos como en Europa queda cada vez mas latente la siguiente pregunta: ¿No se pueden solucionar todos los problemas del mundo emitiendo dinero, no? Porque si así fuese hacer política económica sería extremadamente sencillo: cuando hay un problema, emitimos, generamos optimismo global y listo.
 
Obviamente, que esta forma de pensar y concluir desafía al sentido común más básico, sin embargo, esta modalidad en transitar la crisis en especial por parte de los Estados Unidos ha permitido que se pudiese utilizar casi ininterrumpidamente política monetaria expansiva en sus distintas formas (tasa overnight en cero, QEs, Operation Twists) desde 2008.
 
Y a pesar de que esta historia nominal por momentos parezca ines table e insostenible la pregunta relevante a hacerse es la siguiente: ¿A qué bloque significativo del planeta le conviene que esta fiesta nominal cambie? Y la respuesta por el momento es a ninguno. ¿Quién se anima a anunciar a sus respectivas ciudadanías que el equilibrio real subyacente se ve mucho peor que el estado nominal de cosas que percibe la gente?
 
Por ejemplo, que un bono estadounidense a diez años rinda solamente 1,70% está claramente indicando que esos precios al haber sido altamente intervenidos entraron en una de las tantas burbujas a las que ya nos acostumbró esta crisis, burbujas cuyo destino final desconocemos. 
 
Y si bien los bonos soberanos norteamericanos están carísimos, China, uno de los principales tenedores, los sigue acumulando y se ha convertido en un gran aliado de la política monetaria seguida por la Fed de Bernanke desde el inicio de la crisis.
 
Así como a los Estados Unidos le sirve que China le continúe financiando su gigantesco déficit vía compra de bonos estadounidenses, a China le es muy útil poder vender cantidades masivas de sus productos en el mercado americano a un yuan subvaluado.
 
Estamos transitando un equilibrio tan vulnerable e inestable que paradójicamente ha tornado a los principales bloques del planeta en cómplices y en sostenedores en última instancia del estatus quo actual que por momentos suena incomprensible y muy preocupante.
 
COSA DE LOCOS
 
Un comentario interesante surge: el sistema está tan inestable en su forma intrínseca que precisamente esa misma inestabilidad lo estabiliza en el corto y mediano plazo, lo cual parecería desafiar al sentido común.
 
También parece evidente que la eurozona como concepto es un absoluto fracaso. Pretender que diecisiete economías con productividades totalmente diferentes, con culturas diametralmente opuestas puedan vivir como si todas fuesen Alemania también desafía el sentido común más básico. Sin embargo, nadie se cuestionó estos aspectos al nacimiento del euro y casi que se dio por supuesto de que la convergencia era un hecho. Sin embargo, aquí estamos hoy con una Europa con el 11,20% de desempleo y países como España al 25%. El euro es un fracaso histórico porque fue concebido sin un Plan B.
 
Sin embargo, es muy probable que el euro siga existiendo y enfrentándose a sus enormes inconsistencias internas in-eternum. La salida del euro, la destrucción de las pautas contractuales en moneda única que han sido inmersas en una economía global y altamente interdependiente sería tan trágica que sus consecuencias la tornan imposible. A los principales bloques del mundo quizá les convenga subsidiar las ineficiencias intrínsecas del euro por décadas que sincerar su fracaso.
 
¿LIBRE DE RIESGO?
 
Nos guste o no, vivimos en un mundo en donde el país más endeudado del planeta, Estados Unidos, es percibido como el libre de riesgo, con un Japón en treinta años de trampa de liquidez, con una Europa que deberá autosubsidiar sus ineficiencias intrínsecas por décadas y con una economía China que se ha convertido en el motor del crecimiento mundial vía subvaluación del yuan.
 
Estamos en un equilibrio internacional tan lleno de distorsiones que mantenerlas y subsidiarlas a lo largo del tiempo parece mucho más barato que sincerar los enormes desequilibrios que caracterizan a la economía global actual, aun cuando esto suene inconsistente. La próxima década nos seguirá licuando con eternas rondas de flexibilizaciones cuantitativas, operation twists, tasas en cero para un mercado internacional al que a todos en complicidad parecería convenirles jugar a que este equilibrio es estable y sostenible.
 
Recuerden que por 2006 nos decían que el mercado inmobiliario americano no era una burbuja, que era un equilibrio estable y que el sistema financiero internacional era sólido y confiable.
 
Ph.D. in Economics (UCLA) y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella. Consultor Económico MacroFinance: www.germanfermo.com