La era de lo irracional

La Fed acostumbró a los mercados a pensar al revés. Cuando aparecen malas noticias los inversores calculan: ¿y ahora qué estímulo van a implementar para seguir licuando una realidad macro del G3 que asusta?

Por Germán Fermo *

El equilibrio general en un marco de expectativas racionales es un concepto muy conocido en economía. Ese agente racional que optimiza en un entorno incierto hace a la esencia de todo modelo de equilibrio general moderno.

De una forma u otra, existe la sensación de que, pre-crisis, los mercados tenían incorporados este concepto y operaban racionalmente en consecuencia. Pero desde junio del 2007 se cambió por completo el paradigma básico con el que operan los mercados financieros caracterizados por una dosis casi infinita de cortoplacismo e irracionalidad.

Para comprender esto es indispensable conocer la lógica con la que vino accionando un banquero central del G3. El shock real que absorbió la economía mundial durante 2007/2008 fue histórico. Estas economías se vieron forzadas a reconocer que la subrrealidad en la que habían vivido por años enteros sustentada en endeudamiento masivo y consumo por sobre sus capacidades había culminado.

En este contexto, los banqueros centrales se vieron forzados a hacerse una pregunta indispensable: a) ¿dejamos absorber el shock de una vez a lo 1930? o, b) ¿distorsionamos a estas economías a nivel fiscal y monetario para licuar el shock real y absorberlo a lo largo de mucho tiempo?

La respuesta fue obvia: se eligió la opción b) porque absorber los impactos de la crisis inmediatamente hubiese sido social y políticamente inmanejable.

Ese accionar distorsionó convenientemente el comportamiento de los inversores, quienes comenzaron a anteponer las distorsiones esperadas por sobre los fundamentals que caracterizan al verdadero desastre macroeconómico que enfrentará por años enteros el G3. Y es precisamente este último concepto: distorsión por sobre fundamental el que convirtió a la realidad actual en un desequilibrio global de irracionales, muy lejos de la racionalidad supuesta frecuentemente.

UN CASO

Como ejemplo de esta distorsión, hay que recordar que por mayo del 2010, cuando el mercado ya descontaba una nueva ronda de Flexibilización Cuantitativa de la Reserva Federal, si los datos macro de Estados Unidos salían mal en vez de vender, el mercado compraba.

La lógica era sencilla: si a la macro de Estados Unidos le iba mal, esto implicaba una inminente ronda de estímulo monetario que generaría inflación de activos y, por lo tanto, suba en los precios de acciones. De esta forma, la mala noticia genera compra y no venta, denotando un sesgo comprador en los mercados actuales.

El mercado se vio forzado a pensar al revés y se acostumbró a valuar activos anteponiendo la distorsión, convirtiendo a la realidad actual en un desequilibrio en que la irracionalidad parece ser la norma.

La constante intervención monetaria de la Reserva Federal cambió el paradigma de trading: antes cuando las noticias "salían mal" el mercado vendía. Hoy si las noticias "salen mal" antes de vender uno se pregunta: ¿y ahora qué estímulo van a implementar para seguir licuando una realidad macro del G3 que asusta?

A casi todo el mundo le conviene seguir creyendo en hacedores de política altamente devaluados y a "seguir jugando a que todo no está tan mal".

Los tiempos del equilibrio general racional en mercados financieros han culminado y el desequilibrio e irracionalidad actual le son cómplices a una realidad macro del G3 que la necesita para continuar licuando el desastre histórico en el que está inmersa.

(*) Ph.D. in Economics (UCLA) y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella.