Mirador político

La nueva inquisición

La agrupación HIJOS pidió la investigación de un presunto represor, Héctor Walter, de quien dijo que era padre del candidato a diputado del PRO Pablo Walter. La denuncia fue destacada el viernes último por el diario Página/12, que ya había publicado artículos contra Pablo Walter, pero en esta oportunidad tuvo que desdecirse.

El padre de Pablo Walter se llama Héctor, pero no fue militar ni tuvo ninguna relación con la represión. Es un analista de sistemas jubilado que ni siquiera hizo el servicio militar. Se trató de un caso de homonimia y de un error torpe, cometido por un medio ávido de información que perjudique a Mauricio Macri en plena campaña.

Más allá, sin embargo, de la torpeza, el episodio pinta con exactitud la mentalidad de algunas capillas "progres" afines al Gobierno y los métodos que utilizan. En primer lugar el ataque a Pablo Walter por algo que supuestamente habría hecho su padre constituye una aberración.

Supone que la "culpa" se trasmite por la sangre de padres a hijos con las características de una maldición bíblica. Supone la existencia de un mal absoluto, objetivo e inextinguible contra el que deben combatir generación tras generación los ángeles de la luz, es decir, los cruzados de la izquierda bienpensante.

En segundo lugar, estos ángeles practican un periodismo militante que utiliza métodos peores que los del periodismo "hegemónico". No se tomaron siquiera la molestia de consultar al afectado para evitar una "metida de pata" que podía ponerlos en ridículo. ¿Por qué? Porque la idea consistía en "pegarlo" a la represión ilegal de los "70, aunque en esa época el candidato macrista fuera un niño de nueve años. Lo fundamental es instalar el brulote; la rectificación nunca es equivalente ni alcanza para reparar el daño causado.

Lo sucedido tiene, además, el sospechoso olor de los "servicios". Viene de la misma pluma que cinco años atrás difundió el pasado en la Side del diputado Juan José Alvarez, por entonces duro antikirchnerista, con foto de su legajo incluida. Alvarez terminó plegándose al oficialismo, pero en el caso de Walter la maniobra derivó en un bochorno.

Sin embargo, como el bochorno no llegó a los medios masivos, no tendrá consecuencias graves. Llama la atención de todas maneras la facilidad con la que los que alguna vez fueron perseguidos por el aparato de inteligencia del Estado se amigan con él y lo utilizan, poniendo de manifiesto que sus diferencia con el fascismo son apenas circunstanciales.

Por último, el denunciante de la agrupación HIJOS elaboró un silogismo fantástico. Refiriéndose a Héctor Walter (el presunto represor) sostuvo que no era "casual" que su hijo fuese candidato del PRO, porque Macri se escuda en personajes vinculados con la dictadura para formar su fuerza política.

De lo que el lector debe deducir que el macrismo es el heredero "natural" del régimen militar encabezado por el general Videla y la nueva reencarnación del mal al que la izquierda virtuosa tiene como misión combatir.

La falacia no es lo peor del razonamiento, sino la actitud que revela. Una actitud que combina la descalificación de quien piensa distinto, la intolerancia y el desprecio por la inteligencia ajena. Una actitud que el Inadi debería condenar por discriminatoria y "fascista". ¿Lo hará?