EL TERREMOTO EN JAPON Y LAS REVOLUCIONES EN MEDIO ORIENTE AHONDAN EL PESIMISMO DE LOS ANALISTAS

Dos crisis amenazan la recuperación

La brusca repatriación de capitales japoneses a causa del sismo hace tambalear a los mercados de medio mundo. Los riesgos se agravan por la revuelta en Bahrein, el reino que está en el centro de la provisión planetaria de petróleo.

POR AMBROSE EVANS-PRITCHARD

Ahora que la catástrofe empuja a Japón a repatriar parte de su vasta riqueza, se ha sacudido la alfombra sobre la cual se erguían mercados de títulos y acciones a miles de kilómetros de distancia. Otra vez descubrimos que Japón es el principal acreedor del mundo con billones de dólares en activos en el exterior.

El riesgo es doblemente peligroso si se combina con el acelerado conflicto del Golfo Pérsico, donde el empleo de soldados de Arabia Saudita para reprimir la revuelta chiíta en Bahrein amenaza con un enfrentamiento con Irán.

"La gente creía que la recuperación se sostenía por sí misma y ahora los mercados empiezan a preguntarse si terminará por extinguirse", comentó David Bloom, jefe de monedas en HSBC.

UN MAL MOMENTO

Las dos crisis llegan cuando el ajuste fiscal en Occidente y la restricción del crédito en China comienzan a hacerse sentir. Economistas norteamericanos como Larry Summers y Paul Krugman temen que la recuperación no haya alcanzado todavía la "velocidad de escape" y se torne vulnerable a los golpes externos.

"Temo que estemos cerca del punto de inflexión de la recuperación mundial", dice Simon Derrick, de BNY Mellon. "El hecho de que el petróleo no haya aumentado pese a los últimos acontecimientos en Medio Oriente nos dice mucho sobre el crecimiento en la segunda mitad del año. Todo lo que se viene hablando de la inflación podría desvanecerse como pasó en 2008".

HSBC informó que la pauta seguida después del crac de 1987, de la crisis de Asia de 1998 y del derrumbe de Lehman fue que la repatriación japonesa empezó de manera brusca con una semana de demora. Esta vez el impacto podría ser mayor en vista de la conmoción y del racionamiento de energía por el cierre de 11 reactores nucleares.

"Esta riqueza en el exterior es como un fondo de crisis, y está para eso", agregó Bloom.

El súbito retorno de los capitales compensa enormemente el impacto mundial de la pérdida de producción, aunque también eso es significativo en virtud del cierre de instalaciones de Toyota y otras compañías.

HSBC acotó que el interés por títulos Uridashi de parte de países como Brasil, Sudáfrica y Australia se desplomó, y cortó una fuente clave de nuevo financiamiento. El mayor efecto es la liquidación de activos mundiales acumulados cuando aseguradoras, fondos comunes y amas de casa japonesas escaparon de las tasas de interés nulas de su país para buscar rendimientos en el exterior. Esos activos incluyen acciones en Gran Bretaña, títulos municipales en Estados Unidos y fondos de materias primas.

Por eso un terremoto que ocurrió en una región que comprende el 6% de la economía de Japón -o menos del 0,5% de la producción mundial- desató semejante estampida planetaria.

También hay otros peligros. CreditSights precisó que los tres bancos principales de Japón tienen 1 billón de dólares en valores locales. Ese patrimonio queda bajo el agua una vez que el índice Topix cae por debajo de los 800 puntos, de ahí la preocupación con la caída de 16% hasta los 767 puntos a comienzos de la semana que terminó.

El Banco de Japón sigue de cerca a las acciones y al yen. Ya intervino con 21 billones de yen de liquidez y para estimular la confianza duplicó las compras de títulos hasta los 10 billones de yen.

Hans Redeker de BNP Paribas opina que el "punto de presión" es la cartera de 3,9 billones de dólares en títulos estatales que tienen los bancos. La tensión fiscal causada por el terremoto coincide con un momento en que la recaudación impositiva cubre menos de la mitad del presupuesto, la deuda pública es del 225% del PBI, y los fondos de jubilación se están transformando en vendedores netos de títulos para cumplir con los pagos a los ancianos.

El Banco de Japón tendrá que emitir moneda generosamente si se quiebra el "equilibrio deflacionario" de los últimos años, pero esa medida corre el riesgo de debilitar la confianza en la deuda nipona de 12 billones de dólares, que equivale a la quinta parte del PBI mundial. El banco central habrá de caminar por la cuerda floja.
Mientras tanto, los hechos en Bahrein, ubicado en el epicentro de la provisión planetaria de crudo, son potencialmente tan amenazantes.

Los manifestantes chiítas denunciaron que la llegada de fuerzas sauditas para sostener al rey sunnita fue un "acto de guerra". Lo que hace un mes empezó como una protesta civil en demanda de mayores libertades se transformó en un levantamiento sectario de parte de los chiítas, que son el 70% de la isla y tienen ascendencia árabe e iraní. Irán calificó de "inaceptable" la decisión saudita y no dejó dudas de que una represión sangrienta motivará una respuesta.

David Murrin, de Emergent, opina que los hechos se tornaron irrefrenables. "No se puede volver a encerrar esta explosiva energía de los chiítas. Tampoco los sauditas pueden comprarlos porque ellos no van a cambiar de ideología. Hay una revolución en una zona que sostiene a la economía estadounidense y al dólar", agregó.