YOANI SANCHEZ, UN PERSONAJE DE LOS MEDIOS, DENUNCIA LAS AGRESIONES CASTRISTAS A LA LIBERTAD DE PRENSA

Cuba mantiene un muro de silencio

Fuera del enorme y elefantiásico aparato del Partido Comunista de Cuba, una de las personalidades cubanas hoy más populares en todo el mundo es una corajuda mujer joven, de sólo 34 años de edad.

Me refiero a Yoani Sánchez, cuyo blog www.desdecuba.com/generaciony es visitado mensualmente nada menos que por 14 millones de personas. Leer a Yoani Sánchez es, a la vez, un placer literario y una comprobación elocuente de la ola de profunda oscuridad en que -desde hace décadas- está sumido el pueblo de Cuba.
Yoani estudió en la Facultad de Artes y Letras de La Habana, donde en su momento se especializó en literatura latinoamericana contemporánea. Su fuerte actitud crítica se reveló bien temprano, esto es, al tiempo de discutir su tesis doctoral titulada "Palabras bajo presión. Un estudio sobre la literatura de la dictadura en Latinoamérica".

Ella misma confiesa que, al culminar sus estudios universitarios, había ya comprendido dos cosas: (i) que el mundo cubano de la intelectualidad y de la alta cultura le repugnaba; (ii) y que, en verdad, no quería ser filóloga. Toda una frustración.

Terminada su etapa universitaria, Yoani comenzó a trabajar, entusiasmada, en los medios. Concretamente, en Editorial Gente Nueva, donde lo que primero aprendió es que en Cuba, con el salario que ganaba, no podía mantener a su familia. Por ello comenzó a enseñar español a los turistas alemanes que visitaban La Habana.

Para tener ingresos adicionales, sin los cuales sobrevivir no era simple. Un total desperdicio, entonces, de su formación universitaria. Lo mismo que ocurre con los ingenieros que -en Cuba- manejan un taxi y con los maestros que trabajan en los hoteles, o los neurocirujanos que están detrás de los mostradores de las tiendas, explica hoy Yoani.

Asfixiada por su desencanto, emigró de pronto a Suiza en el 2002, de donde tuvo -sin embargo- que regresar para atender urgencias familiares, en el 2004. Desde entonces en su patria, Yoani abrazó la informática y fundó la revista "Consenso de Reflexión y Debate".

Hoy es la titular del portal más popular de Cuba: "Generación Y", que opera desde abril de 2007. Allí, confiesa, puede decir (semana a semana) lo que simplemente le está vedado en el accionar cívico cotidiano. En un país donde, al menos en el plano de la política, el silencio es norma para la mayoría. 
 
EL CLASICO MURO DE SILENCIO

El gobierno de Cuba ha implementado ahora, en demostración de preocupación, un filtro que impide a los cubanos ver la página de Yoani en los sitios públicos de Internet, en Cuba. Prohibición simbólica para algunos, desde que una hora en una cabina de Internet cuesta algo así como el 10% del sueldo mensual, lo que es prohibitivo.

Yoani habla entonces fundamentalmente para el exterior y hoy lo hace con traducción a 15 lenguas. En el 2008 obtuvo el premio de periodismo "Ortega y Gasset", y ahora acaba de obtener el premio "Moors Cabot", de la Universidad de Columbia, al "Entendimiento Interamericano".

Para la CNN, su blog está entre los 25 mejores del mundo. Para el diario hispano "El País", Yoani está entre los 100 hispanoamericanos más notables de 2008. Foreign Policy la eligió, en diciembre pasado, como uno de los diez intelectuales más importantes del año. Es -queda visto- un fenómeno poco común.
 
PALOS CONTRA IDEAS

Yoani molesta al régimen cubano. O, más bien, los dichos de Yoani molestan al totalitarismo de ese país. Mucho. Por ello, como es práctica habitual, el régimen acaba de recurrir a otro de los instrumentos habituales para silenciar al disenso: los golpes. Sus matones ("piqueteros") secuestraron a Yoani cuando -sugestivamente- se dirigía, en compañía de su amigo, Orlando Luis Pardo, a un acto contra la violencia al que concurrieron unas trescientas personas. Subida por la fuerza a un automóvil, recibió -por espacio de media hora- una dura golpiza en los riñones. Sin reparar en su condición de mujer. O quizás, por ello mismo.

Los matones, en su obvio primitivismo, no son seguramente siquiera capaces de advertir que, muchas veces, los golpes entonan al espíritu de quien los recibe, los fortalecen, alimentando la cuota de valentía que supone la decisión de no callarse en esas circunstancias.

Reflexionando sobre lo sucedido, José Miguel Vivanco (de "Human Rights Watch") señaló: "Las autoridades cubanas usan la fuerza bruta para tratar de silenciar la única arma de Yoani Sánchez: sus ideas". Vivanco, que fue expulsado de Nicaragua y Venezuela, lo sabe bien.

Sobre su estado, Yoani nos dice: "Los moretones van cediendo y ahora mismo lo que más me molesta es un dolor punzante en la zona lumbar que me obliga a usar una muleta". Agregando: "El golpe que me di cuando pusieron mi cara contra el piso del auto (un "Geely" de fabricación china) no ha afectado mi ojo, sino solamente el pómulo y las cejas". Hasta allí su "parte médico".

UN MENSAJE OPORTUNO PARA LOS ARGENTINOS

Cuando nuestro país lamentablemente transita en dirección a la restricción de la libertad de opinión y se acumula constantemente toda suerte de ataques a medios y periodistas, nos parece particularmente oportuno transcribir -una vez más- dos párrafos que han sido tomados de la nota de Yoani aparecida en la página de su blog del 21 de octubre pasado.

"Nadie -nos dice Yoani- conoce mejor los mecanismos de la censura en Cuba que quienes escriben en los pocos periódicos de tirada nacional. La prensa se ha convertido aquí en una profesión escabrosa, que obliga a medir los objetivos, sopesar los temas y esconder muchas veces la opinión personal en aras de conservar el empleo. Es una decisión de vida ser periodista de los medios oficiales, lo sé, pero también conozco algunos que se han quedado atrapados en los vericuetos de la complicidad, esperando ese día en que puedan escribir lo que piensan". Día, claro está, que -desde hace décadas- no llega para los cubanos.

Para Yoani, está claro, es cierto que en Cuba viven los demonios de la información secuestrada. Aquellos que procuran establecerse también entre nosotros. Algunos creen -ilusos- que, pese a ellos, se puede humanizar a Cuba a través de la transparencia informativa. Al respecto Yoani nos dice claramente: "Discrepo sana y respetuosamente, pues lo que se ha desarrollado sobre la base de esconder, condenar y filtrar, no puede sobrevivir a la luz clara que emana de un periodismo incisivo y libre". Y es así.

Yoani Sánchez tiene toda la razón. Lo grave es que, a partir de la reciente sanción de la ley 26.522, llamada de "Servicios de Comunicación Audiovisual", lo que Yoani nos dice sobre la Cuba de hoy parecería ser además una profecía sobre la Argentina de mañana.

Aunque no le guste a Horacio Verbitsky, quien en una nota en la que (una vez más) falta abiertamente a la verdad respecto de mí, se rasgó las vestiduras por mi osadía de comparar las consecuencias de la ideología que alimenta a quienes atacan a los medios con la comunista cubana.

Por esto, es necesario dejar sin efecto, lo antes posible, una norma como la mencionada, que ha sido impuesta por quienes, representando hoy apenas a la minoría a la que pertenecen quienes defienden las restricciones a los medios, nos están forzando a transitar un camino cuyo destino final es el de silenciar el disenso y fortalecer al discurso único. Nada más contrario a los principios y garantías de nuestra Constitución Nacional. Nada más contrapuesto a las libertades que son las más importantes del ser humano. Las que tienen que ver con su propia condición. Aquellas de las que dependen de alguna manera todas las otras. Las que nos protegen de la arbitrariedad del poder, cualquiera sea su origen: la libertad de opinión y su correlato, la libertad de expresión.
Gracias, Yoani, por el impresionante coraje de siempre. Y por el mensaje, más que explícito, que hoy envías desde Cuba acerca de la trascendencia que todos, estemos donde estemos, debiéramos atribuir a la libertad de prensa. Porque ella conforma el cimiento del que, de alguna manera u otra, dependen ciertamente todas las demás libertades.

* Ex embajador argentino ante las Naciones Unidas