El tiempo es cerebro

En la Argentina ocurre un ataque cerebral cada cuatro minutos y se registran entre 120 mil y 180 mil nuevos casos por año. Reconocer lo antes posible los primeros signos de esta enfermedad es fundamental para disminuir la mortalidad y las secuelas que puede dejar en el paciente.

El ataque cerebral es la tercera causa de muerte y la primera causa de discapacidad en adultos en nuestro país, donde ocurre uno cada cuatro minutos. En los últimos días se introdujeron importantes novedades respecto a los tratamientos de los que se dispone para tratar la enfermedad. No obstante, los especialistas enfatizan que la atención médica precoz ante los primeros signos de ataque cerebral es crucial para disminuir la mortalidad y las secuelas que podría dejar en el paciente.

"En la Argentina hay entre 120 mil y 180 mil nuevos casos de ataque cerebral por año", advirtió en una entrevista con La Prensa el doctor Luciano Sposato, secretario del grupo de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Neurológica Argentina y director del Centro de Stroke de la Fundación Favaloro.

Estas cifras se desprenden del estudio ReNACer, que Sposato junto a un equipo de profesionales llevaron adelante con el objetivo de conocer las características particulares que adquiere el ataque cerebral en el país.

EN QUE CONSISTE

"Hay dos tipos de ataque cerebral: el isquémico y el hemorrágico. El isquémico es el más frecuente, ya que se da en el 80% de los casos, y sucede cuando se ocluye o tapa una arteria, impidiendo que llegue la sangre al cerebro", explicó Sposato.

"En el 20% de los casos -agregó- la arteria se rompe, sangra, libera el contenido de sangre al cerebro y lo lastima. Este es el ataque cerebral hemorrágico, que por lo general es mucho más grave que el isquémico".

Cualquiera de las dos situaciones puede provocar que las neuronas se debiliten o mueran, porque sin oxígeno las células nerviosas no pueden funcionar. Además, las partes del cuerpo controladas por las regiones del cerebro afectadas también dejan de funcionar.

Pero el reconocimiento temprano de los signos de un ataque cerebral y la búsqueda inmediata de atención médica pueden reducir las posibilidades de muerte y discapacidad de manera significativa. De hecho, el director del Centro de Stroke de la Fundación Favaloro destacó que "por cada minuto que pasa un paciente con un ataque cerebral, se mueren dos millones de neuronas".

SINTOMAS

En ese sentido, Sposato precisó que los síntomas habituales de un ataque cerebral son: la falta de sensación, debilidad o parálisis repentinas en la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo; la confusión súbita, problemas repentinos para hablar o entender; problemas repentinos para ver con uno o los dos ojos; dificultades para caminar, mareo, vértigo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación; y dolor de cabeza súbito y de máxima intensidad.

"En el estudio ReNACer vimos que el síntoma más frecuente es la parálisis de la mitad del cuerpo, que viene en forma súbita, y ocurre en el 80% de los pacientes", afirmó el experto al tiempo que añadió: "Lo segundo más frecuente es no poder hablar, ya sea no poder decir nada o arrastrar la palabra".

Asimismo, hizo hincapié en que "otro síntoma que hay que tener muy en cuenta es el dolor de cabeza de inicio súbito, que la persona lo siente como que le explotó la cabeza y que no mejora con los analgésicos habituales".

En cuanto a cómo actuar ante los primeros síntomas de un posible ataque cerebral, Sposato remarcó que hay que acudir inmediatamente al médico y recomendó que, al llamar a la ambulancia, la persona que lo haga diga: "Creo que mi familiar está teniendo un ataque cerebral, manden una ambulancia con un código rojo". Según explicó el especialista, el código rojo en el sistema de emergencias indica que la ambulancia debe llegar en el término de 15 a 20 minutos, para brindar asistencia médica cuanto antes.

FACTORES DE RIESGO

Respecto a quiénes pueden ser víctimas de un ataque cerebral, cabe señalar que existen factores de riesgo controlables y no controlables. Entre los factores que sí se pueden controlar -y que son los mismos que para la enfermedad coronaria y el infarto cardíaco- están: la hipertensión arterial; la diabetes; el alcoholismo; el tabaquismo; el colesterol elevado; el sedentarismo; la drogadicción; y la obesidad.

"El factor de riesgo más frecuente de todos es la presión alta, 8 de cada diez pacientes argentinos que tienen un ataque cerebral son hipertensos y la gran mayoría no lo sabe o, si lo sabe, no se trata, y de los que se tratan muy pocos están controlados realmente", detalló Sposato.

En tanto, la edad es uno de los factores sobre los que nada se puede hacer: el riesgo de sufrir un ataque cerebral se duplica a partir de los 55 años. "El estudio ReNACer también permitió determinar que la edad más frecuente a la cual se produce un ataque cerebral es a los 69 años", señaló el profesional. Por eso explicó que los casos como los de Malena, hija de la actriz María Valenzuela, que padeció un ataque cerebral hemorrágico a los 19 años es poco frecuente y "no se debe, como en las personas mayores, a la acumulación de factores de riesgo no tratados, sino a otras causas como los aneurismas o la rotura de una malformación arterio venosa".

Otros factores no controlables son: el género (los hombres tienen mayor riesgo de sufrir un ataque cerebral que las mujeres); la herencia (las personas con antecedentes familiares de enfermedad coronaria o cerebrovascular constituyen un grupo de mayor riesgo) y los antecedentes personales (quienes ya sufrieron un ataque cerebral tienen mayor riesgo de tener otro).

TRATAMIENTOS

Actualmente existen tres alternativas de tratamiento del ataque cerebral isquémico -endovenoso, intra arterial, y quirúrgico- y la decisión de aplicar uno u otro dependerá del tipo de ataque, la edad y el estado de salud del paciente y el tiempo transcurrido desde la aparición de los primeros signos.

En diálogo con La Prensa el doctor Pedro Lylyk, presidente de la Asociación Argentina contra el Ataque Cerebral, habló sobre los últimos adelantos en esta materia: "Una novedad se refiere al tratamiento endovenoso del ataque cerebral isquémico, es decir a la posibilidad de inyectar una sustancia (t-PA) que disuelva el coágulo. Antes esto debía hacerse dentro de las tres horas desde la aparición de los síntomas, pero ahora salió un nuevo trabajo llamado Ecass-3, que lideró el alemán Warner Hacke, quien utilizando una droga endovenosa extendió la ventana terapéutica a cuatro horas y media".

"Es decir que la enzima que licúa el coágulo podría inyectarse dentro de las cuatro horas y media desde que se manifiestan los primeros síntomas", añadió Lylyk.

Por su parte, Sposato también mencionó este nuevo hallazgo vinculado a la utilización de la droga t-PA aunque aclaró que "como este estudio es muy reciente, el uso entre la hora tres y la cuatro y media no está aprobado por los entes regulatorios como la ANMAT en la Argentina y la FDA en Estados Unidos". Además recordó que "sólo el 1% de los pacientes con infarto cerebral isquémico recibe este tratamiento, porque hay más de 25 contraindicaciones y no todo paciente puede recibirlo".

Algunas personas que padecen un ataque cerebral isquémico pueden beneficiarse con la utilización de un micro catéter para destapar los vasos dañados en el cerebro, disolviendo o extrayendo el coágulo. Según indicó Lylyk, esta clase de tratamiento también ha experimentado avances en el último tiempo, gracias a la utilización de imágenes: "El doctor Gilberto González, de Harvard, confirmó la extensión hasta ocho horas de la ventana terapéutica, que antes era de seis horas, mediante la utilización de la resonancia magnética y la tomografía computada multislice de perfusión".

El uso de estos dos estudios de imágenes "permite saber cuál es el cerebro que realmente está en condiciones de ser salvado", subrayó el especialista, quien consideró que las conclusiones de González implican un cambio importante de paradigma: "Hoy en día, no vale tanto el tiempo desde el momento del inicio de los síntomas, sino lo que uno ve con las imágenes. Por eso Gilberto González dice que en realidad "las imágenes son el cerebro".

Otras acciones que contribuirán a disminuir la mortalidad y la discapacidad que deja el ataque cerebral son -según puntualizó Sposato- aquellas llamadas "medidas generales": bajar la temperatura; controlar la glucosa; evitar que el paciente se broncoaspire, es decir que se trague su saliva o sus propias secreciones; controlar el oxígeno en la sangre; y no bajar la presión, ya que hay que mantenerla alta.

Sobre el tratamiento de tipo quirúrgico, ambos especialistas coincidieron en que es utilizado en muy pocas oportunidades.

"En ocasiones lo que se hace es descomprimir, sacar la calota craneana para que el edema o inflamación que se produce por el infarto, no mate al paciente. Pero es un salvataje que no es recomendable, porque cuando uno llega a esa instancia está peleando por la vida y la función cerebral ya está deteriorada", opinó Lylyk, quien al igual que Sposato insistió: "Por eso siempre se dijo "tiempo es cerebro", cuanto antes se trata mejor la evolución".

Por otra parte, el presidente de la Asociación Argentina contra el Ataque Cerebral señaló que para tratar el infarto hemorrágico, hay que ir la causa: "Cuando tenemos un aneurisma que se rompió, hay que ocluir el aneurisma; cuando tenemos un hematoma de la hipertensión arterial, hay que controlar la hipertensión arterial; y cuando tenemos una malformación arterio venosa, que es la tercer causa, hay que curar la malformación para que no vuelva a sangrar".

Las secuelas que deja el ataque cerebral en el paciente pueden variar según "la región del cerebro que está afectada, la plasticidad que tenga cada cerebro -algunos pueden recuperarse más o menos-, y del tiempo, cuanto más precoz es la rehabilitación, más recuperan", aseveró Lylyk.

En ese sentido, puso de manifiesto que la rehabilitación debe ser precoz y sostenida. "Tiene que rehabilitarse la lesión y, a su vez, el paciente tiene que hacer un tratamiento de prevención para que no le vuelva a pasar porque el riesgo de tener un segundo ataque es muy importante durante el primer mes después del primero", concluyó.