RAICES Y SUCESOS

Las islas Malvinas

El 2 de abril de 1982, fuerzas argentinas desembarcaron en las islas irredentas del Atlántico sur con el propósito de poner punto final a la usurpación británica que databa de 1833. Durante más de un siglo la Argentina reclamó por la vía diplomática la restitución de la soberanía en las Malvinas, lo que le corresponde por razones históricas y jurídicas incontestables. La tesis de derecho internacional americano uti possidetis iuris y la ubicación geográfica de las ínsulas abonan y respaldan los derechos de nuestro país en estos dominios oceánicos.

POR JORGE E. MILONE El exitoso "Operativo Rosario", que principió hace exactamente veinte años, evidenció una notable cohesión militar y estratégica entre los efectivos patriotas que desembarcaron en el lugar. La gesta heroica había comenzado. Pero el alto mando argentino no logró calibrar con exactitud la importancia de la guerra que se avecinaría y su propia incidencia en la política interna del Reino Unido, en aquel entonces en manos de la "Dama de Hierro", Margaret Thatcher, a quien la situación podía favorecer en caso de obtener un triunfo por las armas. La realidad impuso su dura lección: la primera etapa del operativo fue brillante y honró a la tradición argentina de reconocible heroísmo en los duros años de la independencia nacional, pero la segunda parte del plan evidenció la falla táctica en que incurrió el alto mando al mensurar el alcance de las fuerzas de los contendientes con un evidente apresuramiento, lo que incluyó el error fundamental de profundizar los hechos bélicos cuando era inevitable la derrota final. Durante años la Argentina vivió un proceso de desmalvinización que se tradujo en un vasto desconocimiento por parte de las nuevas generaciones de lo que realmente ocurrió allí. Se colocó injustamente en el primer plano de la escena nacional los trágicos hechos del 70 en vez de dar el sitial -histórico- que correspondía a la magna gesta del 2 de abril. Lo cierto es que aquella jornada señala un fasto inolvidable y la vocación patriótica por recuperar el territorio usurpado. Los argentinos, siempre enfrentados por rencores del pasado, recurrentes conflictos del presente e incertidumbres acerca del futuro, tenemos en el recuerdo emocionado de esa fecha histórica el principio de una auténtica y definitiva causa nacional. Si así hubiese sido entendido por todos los argentinos, hoy sería mucho más promisorio el porvenir de una nación desgarrada por sus propias tensiones internas. Los artífices de la democracia argentina, recuperada en 1983, son los soldados que gallardamente lucharon en las Malvinas por el honor nacional y con el fin de enarbolar la bandera creada por Manuel Belgrano. Que nadie se crea, entonces, depositario de la tradición republicana de nuestro país. Los arquitectos de una nueva Argentina que debe pugnar por vencer sus miserias y flaquezas son los héroes que retornaron al continente luego de la batalla en 1982 y aquel admirado ejército de ocupación que allí permanece y aún vigila aquella insular prolongación de la patria. El fatal resultado bélico arrojó el lamentable saldo de más de mil setecientas bajas de soldados argentinos y de más de mil efectivos británicos. Pero la enseñanza histórica que nos ha legado el conflicto del Atlántico sur es que hoy por hoy las disputas internacionales no se pueden resolver a través del diálogo de las armas, sino de la convivencia pacífica. Nadie resulta victorioso cuando el precio del triunfo es la vida de un ser humano.